Wehrmacht —que significa Fuerza de Defensa— fue el nombre de las gigantescas estructuras armadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945.
Y la Italia fascista también puso en pie de guerra a sus 600.000 efectivos.
Los Balcanes, con su exacerbación nacionalista, eran un polvorín.
Y en febrero de 1938 el Führer reorganizó totalmente sus altos mandos militares —que fueron confiados al general Wihelm Keitel, de probada fidelidad al nazismo— y también los cuadros de la diplomacia, entregados al Ministro de Asuntos Exteriores Joachim von Ribbentrop.
Pero finalmente ocurrió lo previsible: Hitler invadió Polonia el primero de septiembre de 1939. A las 4:45 de la madrugada el acorazado alemán Schleswig-Holstein disparó los primeros cañonazos contra la base polaca de Westerplatte, en la Bahía de Gdansk.
Y, entonces, Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania.
Se inició así la Segunda Guerra Mundial.