En íntima relación con el concepto de <competitividad está el de ventaja competitiva, que envuelve el conjunto de condiciones que dan preeminencia económica a un Estado, una persona o una empresa pública o privada en los mercados nacionales e internacionales.
La ventaja competitiva es la capacidad de los agentes económicos de participar con superioridad y preferencia en la contienda económica —agrícola, financiera, comercial, industrial, minera, de servicios— dentro de un mercado abierto, para lo cual necesitan desarrollar —según afirma el profesor norteamericano Michael E. Porter, director del Instituto para Estrategia y Competitividad de la Universidad de Harvard— “un esfuerzo prolongado, compuesto de muchas partes y que requiere la colaboración de distintas áreas del gobierno, empresa privada, centros de estudio o investigación y asociaciones comerciales que funcionen con un criterio práctico”.
Las ventajas competitivas asisten también a los países en el orden económico internacional. Ellas resultan de la preparación de los países y de sus empresas para sostener y expandir su participación en los mercados externos con base en el desarrollo de nuevos y mejores productos y servicios y en la fijación de mejores precios para la demanda.
En consecuencia, la ventaja competitiva es la que tiene una persona, una corporación o un país en la competición económica, dentro de la cual los competidores ejercen acciones ofensivas y defensivas para prevalecer. Buscan igualar, superar o neutralizar a quienes con ellos rivalizan en la oferta de productos o servicios similares o sustitutivos. Esto se convierte en una interminable lucha por la sobrevivencia económica. De quien logra prevalecer se dice que tiene una ventaja competitiva, como resultado de la cual obtiene mejores rendimientos sobre su inversión.
Pueden señalarse varios factores principales, que operan solos o combinados, para aventajar a los competidores, o sea para asumir ventajas competitivas: políticas macroeconómicas y microeconómicas favorables, bajos costes de producción, crédito barato, eficientes estrategias de producción y mercadeo, mejor calidad de los productos o servicios, precios más atractivos para los compradores y regularidad, homogeneidad y continuidad de los bienes y servicios ofrecidos.
Las ventajas competitivas —competitive advantages— giran en torno al precio, la calidad, las características y las diferencias entre los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. El máximo aprovechamiento de ellas es la clave del éxito. Pero este es un proceso complejo en el que juegan muchos elementos: educación, avance científico y tecnológico, eficientes recursos humanos y naturales.
Con la <globalización se ha intensificado la competencia cada vez más. Es una competencia nacional y transnacional que obliga a los países y a las empresas a maximizar su eficiencia, optimar los recursos disponibles —naturales, humanos, financieros y tecnológicos—, desenvolverse en el contexto de las relaciones comerciales y del mercado interno e internacional, mejorar la calidad y renovación de su producción, alcanzar la denominada “calidad total” en la oferta de bienes y servicios.
Hay, por así decirlo, “ventajas competitivas microeconómicas”, referidas a la aptitud de las empresas privadas para resistir la competencia de productos extranjeros en el mercado nacional y para participar en los mercados externos; y “ventajas competitivas macroeconómicas”, referidas al Estado, que se resuelven en su capacidad para insertarse con los bienes y servicios nacionales en los mercados externos. Las ventajas competitivas macroeconómicas dan impulso a un país para mantener y aumentar su cuota de exportaciones y su cuota de ventas en el mercado interno.