Hombre de pensamiento y acción, Julio César (102-44 a. C.) fue uno de los más brillantes estadistas de la Antigüedad. Gran político, brillante orador, notable guerrero, enterado matemático, dominó con su personalidad en la paz y en la guerra. Sus biógrafos relatan que solía leer y escribir diversos temas al mismo tiempo y dictar simultáneamente a varios secretarios. Ha pasado a la historia como el arquetipo de líder político. Sus triunfos militares se extendieron desde la Bretaña hasta Etiopía. Con su valor y su energía inagotable se atrevió a acometer todo lo que le aconsejó su ambición. Fue uno de los grandes batalladores de la historia: después de Napoleón, que condujo 60 batallas, el César le sigue con 50. En una de ellas triunfó con tan sorprendente facilidad y rapidez que exclamó: "¡veni, vidi, vici!" (“¡vine, vi y vencí!”). Fue en las llanuras de Zela, donde alcanzó una rápida y aplastante victoria sobre Farnaces II, rey del Bósforo Cimerio.
A veces se utiliza en política esta arrogante expresión cesariana para significar un triunfo contundente y rápido contra el adversario en cualquiera de los campos de batalla de la política: el parlamentario, el electoral, el académico o el de los medios de comunicación.