Es la traducción de la expresión inglesa value added usada por los economistas norteamericanos para designar el valor que la actividad productiva de la empresa añade o incorpora, con la utilización de los factores de la producción, a las materias primas o bienes intermedios que procesa.
Podría decirse, simplificando las cosas, que el valor agregado es el que recibe un bien durante el proceso de su producción. En términos más rigurosos: es el valor de un producto en fábrica (con exclusión de los gastos de transportación y de venta que vengan después) menos el coste de los materiales o bienes semielaborados que fueron la base para su producción (con inclusión, en estos últimos, de los gastos de transporte y de venta que haya demandado su colocación en fábrica). En otras palabras, el valor agregado es el precio en planta de un bien menos el valor de las materias primas o los bienes intermedios que fueron la base para su producción. O es también la diferencia entre el ingreso total percibido por el productor de un bien y el coste de los insumos, materias primas y gastos de operación que efectuó para obtener aquel ingreso.
Consecuentemente, el valor agregado corresponde a la tecnología, los sueldos, salarios, alquileres, intereses, utilidades empresariales y demás gastos que demandó el proceso de transformación de un bien y cuyo importe total se incorporó a los materiales originales. Por tanto, el valor del producto final de la industria, en fábrica, se compone del coste de los materiales utilizados más el valor añadido.
Para decirlo con las palabras usuales de los economistas norteamericanos, el valor agregado (o valor añadido) es la diferencia entre el valor de los outputs y el valor de los inputs que fueron necesarios para producir aquéllos, o sea el importe de los sueldos, salarios, intereses, rentas por arrendamiento, beneficios de los empresarios y demás egresos necesarios para su producción. El valor agregado de un bien industrial es el importe que, en una determinada fase del proceso productivo, se incorpora a él por la aplicación de trabajo, capital y tecnología al producto de la fase precedente.
Normalmente la fabricación industrial tiene varias etapas. La materia prima se convierte en bien intermedio y éste en producto final en el curso de varios tramos de la operación manufacturera, que usualmente corren a cargo de diferentes empresas. Cada uno de estos tramos incorpora su propio valor agregado. Cuando un país no cuenta con la tecnología suficiente y no puede entregar un producto final, se empeña al menos en fabricar productos intermedios que, a su vez, son los materiales con los que trabajan las industrias más adelantadas. En todo caso, el valor agregado se va incorporando al bien final en las diferentes etapas de su producción, en una suerte de acción en “cascada”.
En el proceso productivo unos bienes se incorporan a otros o se destruyen en el curso de la producción. Esos bienes tienen un valor que, al fundirse con los anteriores, contribuyen a formar el valor agregado de éstos. En consecuencia, el valor agregado de un bien es mayor o menor según su grado de procesamiento.
Si bien todos los bienes tienen valor agregado en mayor o menor medida, este es un concepto fundamentalmente ligado a las actividades manufactureras, en las que se produce una profunda transformación de las materias primas, cuyos precios tienen enormes distancias con los de los productos acabados o semielaborados.
Valor agregado tienen todos los bienes, tanto los de consumo, o sea aquellos que desaparecen con primer el uso que de ellos se hace —como ocurre con los productos alimenticios especialmente— como los duraderos, que tienen la aptitud de satisfacer repetidamente necesidades humanas.
El valor agregado o valor añadido puede definirse en términos brutos o netos. Definido en términos brutos, incluye los beneficios empresariales antes de la deducción de la depreciación del capital fijo en el período. Cuando sólo se tienen en cuenta los beneficios netos —esto es, deducida la depreciación— se obtiene el valor añadido neto.