Es una palabra latina acogida por el castellano (que viene de ultimare, “llegar hasta el fin”) y que, en el lenguaje diplomático al que pertenece, significa la conminación de un Estado a otro para que haga o deje de hacer algo perentoriamente bajo amenaza de guerra o de represalias si no cumple.
El ultimátum, que generalmente adopta la forma de una nota diplomática —mesurada en su estilo pero enérgica en su contenido— entraña una resolución terminante y definitiva, comunicada por escrito a quien debe cumplirla. Demanda de él una respuesta pronta y categórica. Va usualmente acompañada de un plazo dentro del cual debe satisfacerse la reclamación. Se asimila, por eso, a la <declaración de guerra: es realmente una declaración de guerra condicional, puesto que lleva envuelta la condición de que, si no se satisfacen las reclamaciones, vendrá el conflicto armado.
El ultimátum puede ser simple o calificado. Es simple si no incluye una indicación acerca de las medidas que se propone tomar el Estado que lo envía. Y es calificado si señala tales medidas, que pueden ser el <bloqueo, la ocupación de territorio, la <guerra o cualquier otra represalia.
Es de suponer que si la Carta de las Naciones Unidas proscribe la agresión y la guerra la institución ultimátum ya no tiene cabida en el moderno Derecho Internacional y, por ende, no están vigentes las disposiciones de la Convención III de la conferencia de La Haya de 1907. Dado que el ultimátum es una especie de declaración de guerra condicional, que debe presentarse bajo determinadas circunstancias, es forzoso concluir que él ha perdido toda vigencia en un mundo internacional marcado por la prohibición de la guerra, de los actos de fuerza y de la amenaza de la fuerza.
Sin embargo, como el ideal de la paz global todavía estaba distante, el presidente George W. Bush de Estados Unidos, en discurso pronunciado desde la Casa Blanca y transmitido al mundo por radio y televisión a mediados de marzo del 2003, dio un ultimátum de 48 horas a Saddam Hussein para que él y sus hijos abandonaran Irak, so pena de bombardear Bagdad. El presidente estadounidense afirmó que nadie puede creer que Irak se ha desarmado y agregó que eso no ocurrirá mientras Hussein esté en el poder. Esto aconteció horas después de que Estados Unidos, Reino Unido y España abandonaran sus esfuerzos por obtener del Consejo de Seguridad de la ONU un ultimátum contra el dictador iraquí. Tras cumplirse el plazo, la invasión de las tropas norteamericanas e inglesas se dio en la madrugada del 20 de marzo de 2003, en que formaciones de infantería y vehículos blindados norteamericanos cruzaron la frontera iraquí procedentes de Kuwait y cuarenta misiles tomahawk destruyeron objetivos de la capital iraquí, mientras caza-bombarderos atacaban las ciudades de Mosul, Bagdad y Basora.
En el campo de la política interna el ultimátum tiene una significación parecida a la internacional. Es la advertencia que un gobierno, un partido o un político hace a sus adversarios para que hagan algo o se abstengan de hacerlo, so pena de represalias, o el aviso con su resolución última y definitiva en relación con un asunto determinado, que si es rechazada producirá un rompimiento o un choque político.