Reserva es, en términos económicos generales, el acervo de fondos o de valores que un agente económico guarda en previsión de eventuales necesidades o por razones legales o contractuales.
La reserva monetaria internacional (RMI) —llamada también “reserva internacional”— es el conjunto de las tenencias en oro monetario, divisas, <derechos especiales de giro, posiciones de reserva en el Fondo Monetario Internacional (FMI), depósitos en el exterior, consignaciones en divisas en bancos locales, títulos a corto o mediano plazo —bonos roosa— emitidos por la Tesorería de Estados Unidos que puedan movilizarse antes del vencimiento, activos que resultan de los acuerdos “swaps” y otros valores en moneda extranjera a disposición de la autoridad monetaria local.
Esta es la estructura de la reserva monetaria internacional en términos amplios no obstante que algunos economistas suelen diferenciarla en razón de su composición y según su grado de liquidez: en reserva poseída y reserva condicional. En la segunda no se incorporan los valores que, como las acreencias internacionales o los acuerdos “swaps”, no están totalmente realizados al momento de la contabilización.
En todo caso, el monto de la reserva monetaria tiene generalmente como referencia las demandas de un determinado número de meses de importaciones, es decir, del cúmulo de compras de bienes y servicios que un país debe hacer al exterior en un período dado. Si el país no cuenta con reservas equivalentes a tres o cuatro meses de importaciones se considera que su situación no es solvente. Cuando eso ocurre debe adoptar medidas coyunturales para producir excedentes en su balanza de pagos y acrecentar su reserva.
Ella suele medirse en términos de dólares, euros o libras esterlinas, que son las monedas aceptadas por los bancos centrales desde que entró en vigor el patrón de intercambio oro (gold exchange standard) y desde que Estados Unidos e Inglaterra afrontaron recurrentes saldos negativos en su balanza de pagos, que obligaron a los restantes países con los cuales tenían transacciones a aceptar esas monedas e integrarlas a sus reservas internacionales.
La reserva monetaria internacional representa en último término un cúmulo de medios de pago a disposición de las autoridades monetarias de un país para saldar sus compromisos con el exterior. Es un indicador importante de su solvencia para hacer frente a la amortización o servicio de su deuda externa, a sus adeudos en moneda extranjera por transacciones de comercio exterior, a las provisiones para pago de obligaciones externas a corto plazo (que deben contabilizarse en la RMI), a las deudas del banco central con sus corresponsales locales o en el exterior, a los saldos negativos de los convenios y acuerdos de pago y a otras obligaciones de este tipo.
Ella se alimenta de las divisas que recibe por concepto del uso de los créditos del Fondo Monetario Internacional contabilizados en el banco emisor, de otros créditos obtenidos en el exterior y de los saldos positivos de la balanza de pagos y de los convenios y acuerdos de pago. Correlativamente, la reserva internacional se drena —y puede disminuir hasta niveles críticos e incluso a bajar a cifras negativas— por el uso que un gobierno hace de esos valores para pagar el servicio de su deuda externa, cubrir las obligaciones derivadas de las transacciones de su comercio exterior, satisfacer los saldos en contra que arrojan los convenios y acuerdos de pago, saldar sus deudas pendientes por importaciones, remitir regalías (royalties) debidas al exterior, pagar el importe de patentes, seguros, fletes y otros servicios.
En Estados que han impulsado ocasional o permanentemente procesos de <dolarización o de convertibilidad —Argentina, Timor Oriental, Liberia, Belice, Ecuador, El Salvador—, es decir, que han decretado la sustitución de su moneda nacional por el dólar de Estados Unidos o que han aplicado el bimonetarismo del dólar con la moneda local, de modo que ambos signos monetarios tenían curso forzoso y poder liberatorio, la reserva monetaria internacional se enajenaba en favor de los tenedores de la moneda nacional, quienes podían acudir al Banco Central para exigir su canje con la divisa norteamericana. Las reservas internacionales, entonces, pasaban a manos de quienes tenían moneda local al tiempo que ésta se transfería al Banco Central, que en el caso de la dolarización procedía a destruirla. Y el gobierno no podía tomar una medida tendiente a preservar la integridad de las reservas puesto que desde que se había decretado la dolarización o la convertibilidad ellas pertenecían en la práctica a los tenedores de la moneda nacional.