Fue la expresión con la que el pensador mexicano José de Vasconcelos en los años 20 del siglo pasado denominó al mestizaje indoamericano. Con ella se refirió al hecho de que la nueva raza era el producto del cruzamiento no sólo indoespañol sino de múltiples linajes, puesto que los europeos que vinieron a América trajeron en sus venas sangre de iberos, celtas, celtíberos, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, ostrogodos, suevos, bizantinos, francos, judíos, musulmanes y otras estirpes.
Hasta el siglo XV Europa había sufrido tantas invasiones y a su vez había promovido tantas y tan lejanas conquistas que se convirtió en un crisol de culturas y de sangres. Esta característica se acentuó con fuerza en la península ibérica. No en vano los árabes, después de cruzar el estrecho de Gibraltar en el año 711, impusieron siete siglos de dominación sobre el reino visigodo de España.
Ese ser, en cuyas venas había una mezcla de múltiples sangres, fue uno de los elementos que produjo el mestizaje americano. Pero además estuvo la sangre africana porque de la cala de los barcos que trajeron a los conquistadores blancos bajaron también los esclavos negros. Luego ese mestizaje fue una mezcla de muchas sangres. Fue un mestizaje de mestizajes. Lo cual condujo a Vasconcelos, en su alegato en defensa del mestizo americano, a hablar de la raza cósmica.