Es un término vago e impreciso que se utiliza para designar el pensamiento o la actitud favorables al progreso en su más amplio y multidimensional sentido: cultural, político, social, económico, científico.
Este término —tan impreciso como su contrario: el de <conservadorismo— generalmente designa la postura humana de optimismo respecto de las posibilidades de avance, adelanto, desarrollo y perfeccionamiento de la sociedad. Significa vocación de mejoramiento social y de lucha por la superación de las trabas que lo detienen. Fe en el progreso. Durante el siglo XVI el concepto de progreso estuvo vinculado con el ascenso gradual hacia formas de civilización cada vez más elevadas. A principios del siglo XVII Francis Bacon definió al progreso como el avance del conocimiento y la aproximación a la verdad. El enciclopedismo francés fue, en el siglo XVIII, una intensa profesión de fe en el progreso ilimitado de las ciencias, las letras y las artes, desligadas ya de las ataduras del dogma. Era la confianza ciega en las posibilidades de la razón como el motor del progreso humano. Durante el siglo XIX el concepto de progresismo estuvo principalmente ligado con el de libertad. Progresista era el que amaba la libertad y luchaba por su consolidación en la sociedad. En España hubo un partido político de corte liberal que se denominó progresista y cuyo objetivo era la ampliación de las libertades públicas. En la segunda parte del siglo pasado, bajo la influencia del <darwinismo, el progreso se fundó en la evolución de la sociedad y en su adaptación a la naturaleza. Después, en los tiempos en que se acentuó la preocupación social, al concepto se lo vinculó con nuevas metas humanas. Progresista era quien luchaba por la justicia social. El término tuvo, según se ha visto, un contenido variable en el tiempo. Empero siempre significó la lucha por aquellos objetivos que, dependiendo de las circunstancias de lugar y de tiempo, la sociedad anhelaba con mayor fuerza.
En este sentido, el concepto de progresismo ha estado referido en los últimos tiempos a los de <izquierdismo y vanguardismo, aunque sin las connotaciones radicales que estos términos tienen. En efecto, las personas o ideas progresistas, al favorecer el cambio y el adelanto sociales, son de izquierda y están en la avanzada social. Buscan eliminar los defectos de una sociedad injustamente organizada —con toda la estructura del atraso político y social a cuestas— para remplazarla por órdenes socio-económicos más equitativos y sensatamente dispuestos. Sin embago, su pensamiento no implica, como el izquierdismo, una ruptura con el pasado. Con frecuencia se denomina progresista al izquierdista moderado. Este concepto ha sido utilizado por los marxistas para cohonestar sus alianzas tácticas con elementos de otras vertientes ideológicas —católicos, socialdemócratas, demócrata-cristianos y otros— en determinadas coyunturas políticas o trances electorales. Por ejemplo, en la declaración aprobada por 81 partidos comunistas de todo el mundo reunidos en Moscú en 1960, se habla de una burguesía nacional “no conectada con los círculos imperialistas”, a la que se califica de “progresista”.
Sin embargo, en los últimos años, dentro del proceso de revisión de varios de los conceptos políticos tradicionales que se ha producido después del naufragio de los regímenes marxistas, la palabra progresismo ha tomado una nueva dirección. No han cambiado sus connotaciones contrarias a lo “retrógrado”, o sea a lo que quiere caminar hacia atrás o volver atrás las cosas, pero califica preferentemente a las concepciones que, dentro de las ciencias sociales, reconocen y asumen la complejidad de la realidad social y actúan en consecuencia. Lo utópico, lo que no tiene contacto con la realidad, lo simplista, lo superficial, lo anticientífico no es progresismo. Este concepto se opone a los fundamentalismos o integrismos que, rehuyendo la complicación de los problemas humanos y de la vida social, responden a ellos con diagnósticos monocausales y soluciones dogmáticas. El progresismo, así entendido, se empeña en encontrar respuestas reales y se aleja lo mismo de los simplismos que de los utopismos.