Del participio pasado del verbo presuponer, presupuesto es en el ámbito financiero la previsión de los ingresos y egresos de una persona o institución durante un período determinado. Si se trata del Estado, es la estimación formal de ingresos monetarios que tendrá el <fisco durante un período establecido y el listado de sus correspondientes compromisos de gasto —tanto de operación como de capital— para el mismo lapso.
El presupuesto estatal está generalmente contenido en una ley aprobada por el órgano parlamentario, denominada ley de presupuesto del Estado. En virtud del derecho de iniciativa, corresponde a la <función ejecutiva la elaboración y presentación de la proforma presupuestaria al Congreso, que después de discutirla y aprobarla, la devuelve en forma de ley al presidente para su promulgación y ulterior ejecución.
El presupuesto implica un programa de gastos, expresado en términos financieros, y es por tanto parte importante de la política general de un gobierno. El presupuesto es un verdadero plan de acción político y administrativo. Los egresos previstos señalan las metas que aquél se propone alcanzar. Allí están sus prioridades. La asignación de recursos también está allí. Ellos reflejan con fidelidad, más que cualquier retórica, la orientación ideológica del gobierno. La <ideología dice lo que hay que hacer y para quién hay que hacer desde el poder, y estas determinaciones se concretan, de manera importante, en el presupuesto del Estado. Por tanto, él es la expresión fidedigna de la orientación ideológica del gobierno.
En la técnica financiera y contable pueden distinguirse tres sistemas de estructuración presupuestaria: a) el de presupuesto único, b) el de presupuesto dual y c) el de presupuestos múltiples. El primero recoge y unifica en un solo documento el cómputo de todos los ingresos y egresos del Estado. El segundo lo hace en dos documentos separados: el presupuesto de operación y el de capital, según unos tratadistas, o el presupuesto ordinario y el extraordinario, según otros. Y el tercero dispersa en varios documentos, que son los presupuestos anexos de las empresas públicas y de las entidades descentralizadas del Estado, las respectivas previsiones de ingresos y de gastos.
El criterio prevaleciente de los teóricos de las finanzas públicas se inclina por el sistema dual, de acuerdo con el cual el presupuesto suele dividirse en dos partes, aunque la distinción no está delineada con mucha precisión: presupuesto de operación y presupuesto de capital.
El presupuesto de operación se alimenta con los ingresos tributarios —impuestos, tasas y contribuciones especiales— y los egresos que prevé son los regulares y ordinarios de la administración pública, llamados también gastos corrientes o de operación, que son principalmente los sueldos y salarios de la administración, los egresos para la adquisición de materiales —muebles, vehículos, equipos, armas, insumos y bienes fungibles—, compra de servicios, pago de arrendamientos, gastos de mantenimiento, asignaciones de seguridad social, pensiones, subsidios a la empresa pública y a la empresa privada, intereses de la <deuda pública y otros gastos ordinarios para la operación del Estado.
El presupuesto de capital, sustentado básica pero no únicamente con ingresos extraordinarios —empréstitos, venta de inmuebles, creación primaria de moneda, emisión de papeles y otros— contiene los egresos para obras públicas, amortización de la deuda estatal, adquisición de valores, compra de edificios y otros gastos llamados de capital.
El viejo principio del equilibrio entre las previsiones de ingresos y egresos corrientes, inspirado en la idea de los economistas clásicos de que los presupuestos desequilibrados conducen tarde o temprano a la <devaluación monetaria, sigue aún vigente a pesar de que se ha discutido mucho su conveniencia para los fines del desarrollo. La escuela keynesiana cuestionó este principio. Dijo que el concepto de presupuesto equilibrado no desempeña papel alguno en el desarrollo, que hay déficit fertilizantes de la economía y que el gasto público, financiado incluso con préstamos externos, es uno de los factores movilizadores de la producción.
De todas maneras, cuando al final del ejercicio fiscal los ingresos y los egresos corrientes no se compensan exactamente, se produce un >superávit presupuestario o un <déficit, según que las recaudaciones fiscales hayan sido mayores a los gastos efectuados en el período o, por el contrario, que los ingresos no hayan sido suficientes para realizar las obras o prestar los servicios previstos. El déficit, en este caso, es la parte de los gastos comprometidos no cubierta por los ingresos.
Los tratadistas modernos consideran que la ciencia de las finanzas públicas, que es la que trata de los asuntos presupuestarios del Estado, se ha independizado de la economía política y constituye hoy una disciplina científica autónoma, que tiene sus propios principios y métodos.