Es una expresión muy usada en la vida política para significar que es más fácil aconsejar o proponer algo que asumir la responsabilidad y los riesgos de ejecutarlo. En el trajín político suelen aparecer muchos voluntarios para recomendar acciones pero muy pocos para ejecutarlas. Es frecuente escuchar en los cenáculos y reuniones políticos abundantes consejos acerca de lo que debe hacerse en una determinada circunstancia pero al momento de asumir el compromiso de la acción se escabullen los inteligentes consejeros y, como en el viejo cuento del gato, de uno en uno se excusan con el “yo no” de los ratones.
Esta expresión tiene un cierto parentesco con aquella otra de >”sacar las castañas del fuego” en cuanto ésta significa hacer algo, generalmente arduo o peligroso, con mano ajena.
La locución tiene su origen en una antigua fábula del siglo XIV que puso en verso el poeta y dramaturgo español Lope de Vega (1562-1635) en "La esclava de su galán" (acto 1, escena IX), en la que relata que se juntaron los ratones y, para librarse del gato, decidieron ponerle un cascabel que anunciara oportunamente su presencia. Al final de la discusión, cuando todos estaban de acuerdo:
"salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y, encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
el cascabel al gato?"