Es el manejo de un país como lo haría un buen padre de familia, esto es, de manera generosa, pragmática y elemental. Constituye un rezago del pasado monárquico en que algunos reyes bondadosos trataban como a hijos menores de edad a sus súbditos, velaban por su seguridad e impartían justicia.
Bajo el paternalismo, los ciudadanos esperan todo del gobernante y dejan de hacer sus propios esfuerzos. La benevolencia suplanta al derecho. Lo cual lleva a una política asistencial en la que, combinándose el autoritarismo con la benevolencia, hace que los ciudadanos esperen de la bondad del gobernante lo que no se atreven a exigir por derecho.
Por extensión se denomina política paternalista o leyes paternalistas a las que defienden el interés de las personas incluso en contra de sus propias preferencias.
El paternalismo se funda en la creencia de que no siempre los pueblos son los mejores jueces de su propio bienestar, especialmente a largo plazo, por lo que el gobernante debe decidir por ellos.
Es necesaria la organización popular y su participación en la ejecución de los programas de desarrollo. El Estado, sin dejar de ser el principal agente del desenvolvimiento de una sociedad, debe confiar a la autogestión de las comunidades algunos sectores económicos.