Proviene del griego orthodoxia que significa “recta opinión” u “opinión correcta”. En el ámbito religioso, que es donde se usó más la palabra, ortodoxia es la conformidad con los dogmas y ritos tradicionales de una religión, en contraposición con la heterodoxia que es la discrepancia con ellos. Por tanto, en los predios religiosos, ortodoxo es quien “siente bien y sanamente acerca de la fe”.
Los antiguos griegos, con el sentido del equilibrio y la moderación que les caracterizaba, consideraban a la orthodoxia como la “opinión justa” o la “opinión correcta”, porque ortho en griego es “recto” o “correcto” y doxa significa “opinión”.
El término orthodoxia fue citado por primera vez por el filósofo estoico heleno Hierocles Platonicus, siglo II después de Cristo, en su poema “Carmen Aureum”. Más tarde se incorporó al léxico religioso. A comienzos del siglo IV los padres de la Iglesia cristiana griega aplicaron este término a la doctrina “verdadera” que ella profesaba y a sus adherentes, en contraste con las posiciones que consideraban heterodoxas o heréticas. Después la palabra, con connotaciones igualmente religiosas, apareció en el código de Justiniano, emperador romano de Oriente, en el siglo VI de nuestra era. Todos los grupos en que se dividió el cristianismo, que se creían poseedores de la “verdadera fe”, la usaron para diferenciarse de los “impostores”.
Después el término ortodoxa formó parte del nombre oficial de la Iglesia Griega y de las iglesias ortodoxas establecidas en Rumania, Bulgaria, Yugoeslavia, Chipre, Rusia y otros países del Oriente Medio, que comprenden aproximadamente una sexta parte del mundo cristiano.
En sentido amplio y por extensión se entiende por ortodoxia la conformidad con la doctrina clásica o con los principios tradicionales de una escuela: en este sentido se habla de la “ortodoxia liberal” o de la “ortodoxia marxista”, en el campo político, o de la “ortodoxia” en cualquiera de los demás órdenes de la vida social. Es el sometimiento riguroso al orden de cosas establecido en el ámbito religioso, filosófico, político, artístico o en cualquier otro de la actividad humana. Ese fue el sentido que dio a la palabra el escritor francés Jean Rostand cuando afirmó irónicamente que “los hechos se burlan de las ortodoxias”, y que “la naturaleza es mal pensada”.
Evidentemente que esta palabra tiene una connotación de “conservadorismo”, esto es, de conformismo con el orden imperante. Políticamente ortodoxa es la persona, partido, gobierno o institución que profesa el conservadorismo como actitud de inmovilismo ante las demandas y retos de la vida. El conservadorismo, sin embargo, no es una doctrina política, en el sentido de la sistematización de un pensamiento conservador, sino fundamentalmente un instinto de conservación del <establishment, que se traduce en un conjunto de arbitrios pragmáticos para detentar el poder y, por este medio, defender los intereses económicos de las clases y capas sociales dominantes.