Palabra con la que se designa al movimiento obrero, a la defensa de los intereses de los obreros frente a los empresarios o bien al conjunto organizado de los trabajadores manuales de las fábricas.
La palabra “obrero” (que proviene del latín operarius, que significa “operario”, y por eso “obrero” y “operario” son sinónimos) tiene menor extensión que la de “trabajador”. Todo obrero es un trabajador pero no todo trabajador es obrero: lo es solamente quien presta sus servicios manuales en las instalaciones industriales a cambio de un salario.
Bajo la óptica marxista la palabra “obrero” resulta sinónima de “proletario”. Ambas designan al trabajador manual que vende su fuerza de trabajo al empresario industrial por un >salario.
En el sentido marxista, que se ha vuelto clásico, el término proletario designa al obrero asalariado del sistema capitalista de producción industrial. Este fue el sentido con que utilizaron la palabra Carlos Marx y Federico Engels cuando en el <Manifiesto Comunista, redactado por ellos en 1848, afirmaron que en la época de la burguesía, caracterizada por la simplificación de los antagonismos de clase, la sociedad tiende a dividirse cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.
Por eso el documento terminó con la conocida frase: proletarios de todos los países, uníos. Y el concepto quedó aun más claro con la nota de Engels a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto, en la que precisa que “por proletariado se entiende la actual clase de los obreros asalariados, los cuales, privados de sus medios de producción, se ven obligados, para poder vivir, a vender su fuerza de trabajo”.
El >sindicalismo es uno de los caminos para defender los derechos de los obreros. La unión hace la fuerza fue la vieja consigna del obrerismo. En realidad, la organización de los trabajadores en gremios les permitió defender más eficazmente sus intereses.