La expresión viene de un episodio histórico atribuido a Alejandro Magno (356-323 a. C.), rey de Macedonia, durante su conquista de la antigua Frigia en el Asia Menor. La leyenda dice que había allí un yugo atado al timón de un carro que pertenecía a un rey de la ciudad de Gordia, en Frigia. El nudo estaba hecho de tal manera que se consideraba imposible desatarlo pues no se veían su cabos y por eso un oráculo había predicho que el imperio de Asia sería para quien lograse deshacer el nudo. Vino Alejandro —a su paso en la expedición militar contra Darío, rey de los persas— y con su espada lo cortó de un solo tajo para dar cumplimiento a la profecía. Poco tiempo después la victoria de sus armas en Isso sobre el ejército de Darío, con los cien mil cadáveres que dejó en el campo de batalla, pareció confirmarlo.
De ese episodio histórico atribuido al rey de Macedonia nos viene la expresión “cortar el nudo gordiano” con la que se quiere significar, en la vida política, la ambiciosa decisión de superar dificultades consideradas como invencibles o de solucionar problemas indisolubles, con presencia de ánimo y determinación.