Así se denominó a la asociación de los partidos de inspiración católica, pertenecientes a diversos países, que se constituyó en Europa en 1925. Fue el líder italiano Luigi Sturzo quien impulsó desde 1920 este proyecto, que se plasmó cinco años después por iniciativa del Partido Democrático Popular francés.
La Internacional Blanca estuvo integrada por partidos conservadores de Francia, Bélgica, Alemania, Austria, Italia, España y algún otro país. Tuvo vida efímera y poca influencia. Operó desde 1925 hasta 1936, lapso durante el cual celebró varios congresos de muy limitada importancia. Se le acusaba de no haber tomado una posición definida frente al <fascismo. Fue precisamente su indefinición, causada por las abiertas simpatías de algunos de sus miembros hacia los regímenes de Mussolini y Hitler, la que le llevó a la quiebra total. El elemento final de esta bancarrota fue la <guerra civil española, frente a la cual se produjo la escisión definitiva entre los partidos católicos que apoyaban a Franco y los que tenían sus reservas morales y políticas respecto del caudillo falangista español.
Con todo, después de la Segunda Guerra Mundial los partidos demócrata-cristianos europeos reconstituyeron la Internacional de signo católico, que ha ejercido cierta influencia en la política continental.
Sin embargo, hay una gran heterogeneidad en los planteamientos doctrinales de la democracia cristiana, a pesar de su homologación internacional y de la creación de organizaciones mundiales y regionales que agrupan a sus partidos y coordinan sus actividades.
En América Latina los partidos democristianos han formado un abanico muy amplio de posiciones ideológicas y jugado roles muy distintos de un país a otro. En algunos casos sus planteamientos sociales se han acercado a los del socialismo democrático. Puede decirse que han postulado una suerte de socialismo democrático y confesional. En otros casos han tomado el lugar y han asumido el papel de los partidos conservadores. Han sido partidos de la <derecha.