Es la gigantesca fortificación que se extiende a lo largo de 8.852 kilómetros en el noroeste de China, cuya construcción empezó en el año 221 a.C. —para defenderse de los ataques de los pueblos nómadas del norte— y concluyó hacia el año 204 antes de nuestra era.
Es una obra impresionante. He caminado largamente por ella. Fue construida con tierra y piedra, y tiene una anchura que va de 4,60 a 9,10 metros en su base y se estrecha hasta 3,70 metros en su parte superior.
Resulta curioso anotar que a comienzos de nuestro siglo, en votación por internet, los ciudadanos de muchos países trataron de escoger las “siete nuevas maravillas del mundo” entre los monumentos y obras construidos desde la prehistoria hasta el año 2000. Se depositaron aproximadamente noventa millones de votos. Y las principales opciones fueron: el Acrópolis de Atenas, el Alhambra de Granada, el Angkor de Camboya, el Castillo de Neuschwanstein en Baviera, el templo maya de Kukulcán en México, el Coliseo de Roma, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, la Estatua de la Libertad en Nueva York, la Gran Muralla China, el templo de Kiyomizu en Kioto, las ruinas de Machu Picchu en Perú, las estatuas gigantes de Moais en la Isla de Pascua, la Ciudad de Petra en Jordania, las pirámides de Egipto, la Catedral de San Basilio en Moscú, la Mezquita de Santa Sofía en Estambul, el Taj Mahal en la India, la Torre Eiffel de París, la Catedral de Aquisgrán en Alemania, el Palacio de Versalles en Francia, la Torre de Pisa en Italia, la Mezquita de Córdoba en España, el Palacio Ducal de Venecia, la Mezquita Azul de Estambul, el “Empire State” de Nueva York y el puente colgante “Golden Gate” en San Francisco de California.
Y, en un espectáculo de música y fuegos artificiales en el Estadio Da Luz de Lisboa el séptimo día del séptimo mes del 2007, se proclamaron los resultados. Los lugares y monumentos elegidos como las nuevas “siete maravillas del mundo” fueron: la Gran Muralla China, la ciudad de Petra en Jordania, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, las ruinas de Machu Picchu en Perú, el templo de Kukulcán en Yucatán, el Coliseo de Roma y el Taj Mahal de Agra.
Esos monumentos fueron construidos por miles de esclavos que dejaron sus vidas en el esfuerzo. Las pirámides egipcias, la Gran Muralla China, la “Masada” de los hebreos, el templo de “Amen-Ra” en Karnak, los monumentos griegos y romanos, el Palacio Imperial en Pekín, los 6.000 soldados de terracota del emperador Qin Shihuang en China, la ciudad incaica de “Machu Picchu”, los templos mayas de México y todas las grandes obras de remotos tiempos fueron levantadas por el trabajo de los esclavos.