A lo largo del tiempo se han propuesto las más variadas tipologías de las formas de gobierno. Recordemos que Aristóteles (384-322 a. C.) y otros pensadores de la Antigüedad, con base en un criterio eminentemente ético, dividieron a las formas de gobierno en >monarquía, <aristocracia y <democracia, según que el poder sea ejercido por uno, varios o muchos titulares, de modo que, como decía Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), “cuando el gobierno de todas las cosas está en manos de uno solo, este señor único toma el nombre de rey y esta forma de gobierno se llama monarquía. Cuando la dirección la ejercen algunos hombres escogidos, el gobierno es aristocrático. Gobierno popular, así se lo llama, es aquel en que el pueblo lo dispone todo”.
Estas son las formas puras de gobierno. Pero la suplantación del interés general por el interés particular de quienes gobiernan convierte a la monarquía en >tiranía, a la aristocracia en >oligarquía y a la democracia en <demagogia. Advienen, entonces, las formas impuras.
Aristóteles, en el libro III, capítulo V, de su Política afirmó que “monarquía es aquel Estado en que el poder dirigido al interés común no corresponde más que a uno solo; aristocracia, aquel en que se confía a más de uno, y democracia, aquel en que la multitud gobierna en utilidad pública. Estas tres formas pueden degenerar: el reino en tiranía, la aristocracia en oligarquía, la democracia en demagogia”.
La tipología aristotélica se basó en la consideración de quién gobierna y cómo gobierna. Si el poder era ejercido por uno pero en beneficio general: monarquía. Si por pocos en provecho de todos: aristocracia. Si por muchos y en conveniencia general: democracia. La sustitución del interés general por el particular de los gobernantes produce la degeneración de las formas de gobierno: la monarquía en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia.
El profesor y filósofo italiano Norberto Bobbio (1909-2004) sostuvo que “en la historia de las doctrinas políticas se considera que fue Aristóteles quien especificó y definió por primera vez la demagogia señalándola como la forma corrupta o degenerada de la democracia que lleva a la insitución de un gobierno despótico de las clases inferiores o de muchos, que gobiernan en nombre de la multitud”.
Más tarde Charles-Louis de Secondat, mejor conocido como Montesquieu (1689-1755), elaboró su tipología de las formas de gobierno a partir de las condiciones en las que se desarrolla la vida política y de los factores que influyen decisivamente sobre su estructura y funcionamiento. Fundó la distinción entre república, monarquía y despotismo en la combinación de dos juicios de valor sobre lo que él denominó “naturaleza” y “principio” del gobierno. La naturaleza del gobierno depende del número de titulares y de la forma como ejercen el poder. Afirmó que en la república todo el pueblo o una parte de él ejerce el poder con entero sometimiento a la ley; que en la monarquía una sola persona —el soberano— gobierna sobre la base de leyes fijas y estables; y que en el despotismo un solo individuo gobierna sin leyes. Agregó Montesquieu que el principio del gobierno es la actitud que anima al pueblo en su vida social. La república se funda en la virtud, la monarquía en el honor y el despotismo en el miedo.
No es posible hacer aquí la historia de las formas de gobierno formuladas por los pensadores a lo largo del tiempo. Se han propuesto las más variadas e intrincadas tipologías, de acuerdo con sus peculiares perspectivas ideológicas.
Desde mi punto de vista, tomando como criterios diferenciales la forma de lucha por el poder, los modos de llegar a él, la manera en que se lo desempeña y la naturaleza del jefe del Estado, se pueden distinguir dos formas de gobierno básicas: >monarquía y >república. Esta es, en mi concepto, la clasificación más lógica y clara. Se basa en la lucha por el poder, el modo de llegar a él, la forma cómo se lo ejerce y quién lo ejerce. Estos factores tienen un valor decisorio. ¿Se lo acciona de modo limitado, responsable, electivo y alternativo? ¿Quienes llegan al poder lo hacen por la vía electoral? Entonces se trata de un gobierno republicano. ¿Se ejercita el poder en forma ilimitada, hereditaria, vitalicia y jurídicamente irresponsable? ¿El gobernante llega al lugar de mando por la vía hereditaria? Entonces es un gobierno monárquico.
Estas dos formas cardinales de gobierno admiten modalidades y variaciones por la combinación de sus elementos: >monarquía absoluta y >monarquía constitucional, >república presidencial y >república parlamentaria.
No es fácil tratar el tema. Las instituciones políticas son seres vivos y no entregan fácilmente sus secretos al investigador. De otro lado, la realidad es demasiado fecunda y rica como para que pueda ser encasillada en esquematizaciones rígidas. En general, la manera de ser política de un pueblo, o sea su “régimen”, no siempre está en su esquema constitucional y legal. Con frecuencia la solución política efectiva de una comunidad difiere de lo que estatuyen sus leyes, por la gravitación de factores reales que condicionan con fuerza la organización social. De aquí que el verdadero >régimen político de un pueblo debe buscarse en el orden de la realidad antes que en el mundo de las normas.