Esta palabra viene de la voz latina dynasta, que significaba príncipe o señor que reinaba bajo la dependencia de otro soberano. Dinastía era la familia real en el sistema monárquico. Se refería a la serie de personas de la misma estirpe que, en el orden sucesorio de la corona, eran llamadas a gobernar monárquicamente una sociedad.
Todas las antiguas monarquías fueron dinásticas y de origen divino. Desde que el sistema totémico de los grupos primitivos mantuvo la creencia de que el poder venía de la divinidad hasta el absolutismo monárquico de los siglos XVI al XVIII, el poder se explicó en función de las diferentes deidades. El faraón egipcio fue considerado como un dios, el rey de Babilonia como el descendiente de la divinidad, los gobernantes de los hebreos eran los señores “ungidos” que derivaban su autoridad del cielo y los monarcas absolutos lo eran por la “gracia de Dios”. Y todos ellos tenían el derecho a transmitir el poder a sus descendientes.
Por eso la historia está llena de grandes dinastías gobernantes: la Merovingia, la Carlovingia, los Capetos, los Valois, los Borbones, los Habsburgo, los Sajones, los Normandos, los Estuardos, los Tudor, los Romanov y tantas otras que ejercieron el poder en largos tramos de la historia. Alemania tuvo la dinastía de los Hohenzollern, Holanda la de los Nassau lo mismo que Luxemburgo, Bélgica la de Sajonia-Coburgo-Gotha, Dinamarca la de Holstein-Glucksburgo, Suecia la de Bernardotte, Noruega la de Holstein-Glucksburgo, Rusia la de Romanov-Holstein-Gottorp y, por este orden, los reinos y Estados de la Antigüedad, la Edad Media y la Edad Moderna estuvieron gobernados dilatadamente por dinastías.
En China ellas ejercieron el poder desde la más remota Antigüedad hasta 1912 en que se produjo la revolución liderada por Sun-Yat-Sen que proclamó la república. Durante ese larguísimo período, que abarcó casi cuatro mil años, desfilaron las dinastías Hio (2205-1766 a. C.), Shang (1766-1122 a. C.), Chou (1122-255 a. C.), Tsin (221-200 a. C.), Han (206-23 a. C.), Han oriental (23 a. C.-220-d. C.), Wei (221-265 d. C.), Tsin occidental (265-419), Suy (590-617), Tang (617-907), Liang (907-923), Ming (1368-1644) y Ching (1644-1912).
Las dinastías, juntamente con los regímenes monárquicos, fueron abolidas por las revoluciones liberales de fines del siglo XVIII en Estados Unidos de América y Europa que proclamaron la república como forma de gobierno. En lugar de la >legitimidad monárquica advino entonces la legitimidad republicana, fundada en la voluntad popular como origen del poder y en la elección como la credencial para ejercerlo. El republicanismo cambió el orden político al afirmar que todos los hombres son iguales y que ninguno tiene derecho “divino” de gobierno sobre sus semejantes ni la facultad de transmitirlo a título hereditario.
Sin embargo, en la actualidad se habla de dinastía, por extensión, para referirse despectiva o irónicamente a los miembros de una familia que ha conservado tradicionalmente el poder o la influencia política en un país.