Aplicando las leyes del materialismo dialéctico al análisis de la sociedad y de la historia, el marxismo concluye que existe un determinismo entre las formas de producción y las formas de organización social. Establece una invariable relación de causa a efecto entre el modo de producción de los bienes económicos de una sociedad y su forma de organización política, cultural, jurídica y religiosa. Este es el determinismo económico.
La tesis central del materialismo histórico es que el modo de producción determina la manera de ser de una sociedad. A cada sistema de producir las cosas que el hombre necesita para vivir —alimentos, vestido, herramientas, vivienda, etc.— corresponde una específica forma de organización social y cada cambio de aquél produce en ésta un cambio correlativo. Para Marx es tan rigurosa esta relación, que afirma que el molino movido a brazo engendró la sociedad de los señores feudales; y el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales.
Los marxistas llaman estructura al modo de producción y superestructura a la organización social —con sus leyes, gobierno, tribunales, conceptos políticos y morales, convicciones religiosas y más elementos sociales— y sostienen que a todo cambio estructural corresponde un cambio superestructural.
Esta es la tesis fundamental de la interpretación materialista de la historia.
Según ella, está probado por la secular experiencia histórica que la forma como en cada época los hombres produjeron los bienes y servicios necesarios para su pervivencia determinó siempre el modelo de organización social, que fue primero colectivista, luego esclavista, más tarde feudal y finalmente capitalista.
Si el modo de producción cambia, si se establecen nuevas relaciones económicas, cambiarán también la ordenación jurídica, política y social del Estado, así como la manera de pensar y la conducta de su gente. Esto ocurrirá en virtud de que, cambiando las causas, cambian necesariamente sus efectos. Para el determinismo económico marxista a cada modo de producir e intercambiar los bienes económicos, es decir a cada régimen de relaciones de producción, corresponde forzosamente una peculiar forma de pensamiento humano y de vida social.
Por consiguiente, la estrategia marxista está concebida en términos de modificar el modo de producción —estatificando los instrumentos productivos— para eliminar la estructura de clases sociales y remplazarla por una asociación libre y voluntaria de productores, en la cual el Estado sería innecesario e iría a parar al museo de antigüedades, junto al torno de hilar y al hacha de bronce, como dijo Engels.