Durante la Revolución Francesa se llamó “sans culottes” a los hombres pobres que insurgieron violentamente en las calles de París contra el orden monárquico. Su nombre provino de que ellos, que fueron los principales protagonistas de los hechos de violencia contra el ancien régime, no usaban el calzón bombacho hasta la rodilla, que fue el atuendo típico de los aristócratas. Fueron los sans culottes los que el 14 de julio de 1789 asaltaron la Bastilla en lo que fue, con el pasar del tiempo, el hecho emblemático de la transformación revolucionaria de Francia. Si bien las grandes ideas inspiradoras de la revolución provinieron de los enciclopedistas y de los filósofos y fueron impulsadas por la naciente burguesía —el llamado >tercer estado— que ansiaba sustituir en los privilegios a la alta nobleza, fueron los sans culottes los ejecutores del movimiento revolucionario en la base social.
Ellos asumieron el protagonismo en los motines y acciones de violencia que ocurrieron en París del 12 al 14 de julio de 1789, que culminaron con el asalto a la Bastilla. En la toma de esta fortaleza y prisión participaron sesenta mil sans culottes. Ellos extendieron la revolución a las provincias y contagiaron el virus insurreccional a los campesinos que, movidos por odios seculares, asaltaron castillos y destruyeron conventos. Bajo su acción, los grandes aristócratas —los Artois, los Polignacs, los Condés, los Enghien, los Borbones— huyeron de Francia y se refugiaron en Suiza, Flandes y en los pequeños reinos alemanes de la frontera renana, y contribuyeron con su deserción a consolidar el triunfo revolucionario.
La expresión francesa sans culottes (que literalmente significa “sin calzón”, en referencia a que los pobres de Francia no usaban la misma prenda de vestir de los nobles) inspiró la formación de la expresión castellana “descamisados”, que tiene la misma connotación que la gala.
En 1820 se formó en España el Partido Democrático Radical, que defendió la Constitución proclamada por las Cortes de Cádiz y la monarquía constitucional como forma de gobierno y que mantuvo una dura pugna con la fracción de los denominados absolutistas. Esta agrupación política recibió también el nombre de partido de los descamisados.
Mucho tiempo después el término fue recogido por el general Juan Domingo Perón, líder del >justicialismo argentino, durante su primera presidencia en 1946, y por su esposa Eva Duarte de Perón.
Ellos lo utilizaron con una gran carga emocional y demagógica en sus relaciones con las masas populares.
Sin mucha hondura en sus planteamientos ideológicos de corte fascistoide, pero con un profundo conocimiento del espíritu del pueblo argentino, Juan Domingo Perón fue un líder populista notable, con una gran dosis de simpatía personal, talento e instinto político. Conoció muy bien la idiosincrasia de su pueblo. Su <carisma se impuso sobre las masas argentinas y apoyó su poder en los trabajadores, a quienes solía llamar “mis descamisados”.
Desde entonces esta palabra adquirió una connotación política especial. Los descamisados fueron los hombres muy pobres, los desposeídos, los proletarios, los desharrapados, los marginados, que asumen una posición revolucionaria y violenta en sus reivindicaciones.