En la sociedad monárquica de la Francia anterior a la Revolución había tres estamentos sociales perfectamente diferenciados: la nobleza, el clero y el tercer estado o estado llano. Los dos primeros constituían la clase dominante y tenían toda suerte de privilegios. El tercer estado, en cambio, carecía de toda prerrogativa y era una clase social que, no obstante estar integrada por la naciente burguesía de mercaderes, profesionales e intelectuales, estaba sometida a la dominación política y económica de las dos primeras. A raíz de la Revolución Francesa se empezó a hablar del “cuarto estado” para referirse a la clase más pobre compuesta por los descamisados de las ciudades, los campesinos menesterosos y toda la gente desafortunada que estaba por debajo del “tercer estado” y en peores condiciones socioeconómicas. Hasta ese momento, en la organización social de la Francia prerrevolucionaria, sólo existían tres estamentos oficialmente reconocidos: la nobleza, el clero y el tercer estado. Este último estamento, si bien carecía de todo privilegio, al menos tenía el derecho de concurrir con sus diputados a los llamados Estados Generales, que eran una especie de parlamento dentro de la institución monárquica francesa, y había adquirido con su trabajo un cierto cúmulo de riquezas. No en vano el tercer estado fue el germen de la futura burguesía. Pero el “cuarto estado”, integrado por los más pobres de la sociedad francesa, no contaba para nada. Era una gran masa de parias que carecían de todo, incluso de identidad. Y fue el proceso revolucionario de fines del siglo XVIII el que le dio presencia histórica, no en el sentido de “crearlo” como grupo social, puesto que esa gente pobre existió desde siempre, sino en el de haberle dotado, en el curso del movimiento insurreccional, de una conciencia de su situación y de un principio de organización.
En los motines y acciones de violencia que ocurrieron en París del 12 al 14 de julio de 1789, que culminaron con el asalto a la Bastilla, fueron los descamisados (sans culottes) del cuarto estado los principales protagonistas. Ellos extendieron la revolución a las provincias y contagiaron el virus insurreccional a los campesinos que, movidos por odios seculares, asaltaron castillos y destruyeron conventos. Temerosos por los actos de violencia, los grandes aristócratas —los Artois, los Polignacs, los Condés, los Borbones— huyeron de Francia y se refugiaron en Suiza, Flandes y en los pequeños reinos alemanes de la frontera renana, y contribuyeron con su deserción a consolidar el triunfo revolucionario.
Años más tarde, con este antecedente histórico, algunos teóricos marxistas utilizaron la expresión cuarto estado para designar al proletariado, surgido como nueva clase social a partir de la >revolución industrial del siglo XIX.
El >marxismo usó con cierta frecuencia esta expresión para referirse al obrerismo. Ella fue muy utilizada, entre otros, por el líder socialista alemán Ferdinand Lassalle (1825-1864) para referirse al proletariado, esto es, a la clase de los obreros industriales.
En la década de los años 20 del siglo pasado apareció en Milán la revista socialista de cultura política, fundada por el intelectual antifascista italiano Carlo Rosselli (1899-1937) y el político republicano Pietro Nenni (1891-1980), denominada “Quarto stato”, y desde 1946 hasta 1950 circuló en Italia la publicación “Quarto Stato Estado”, que fue una revista de estudios socialistas dirigida por Lelio Basso (1903-1978), combativo político antifascista italiano.