La preocupación ecológica ha introducido una nueva dimensión a la teoría de los costes. Los recursos del medio ambiente no se consideran aún como activos productivos, a pesar de que un país puede encaminarse a la bancarrota por la degradación de ellos. Los costes ambientales son totalmente ignorados. El >producto interno bruto no toma en cuenta la depreciación de los activos naturales ni los indicadores económicos tradicionales registran la disminución del capital naturaleza cuando aquellos recursos aminoran o se destruyen.
La propuesta consiste en que se incorpore el valor del medio ambiente a las cuentas nacionales, aun cuando los bienes de la naturaleza no son fáciles de contabilizar porque no tienen asignado un “precio” en el mercado y algunos de ellos se suelen considerar incluso como intangibles. Pero es necesario considerar como un coste de producción al agotamiento de los recursos naturales, a la destrucción de los bosques, a la contaminación del aire y del agua, en suma, al deterioro de la naturaleza.