Es una manera de tomar resoluciones en un cuerpo colegiado con base en el asentimiento general pero sin someter el asunto a votación formal.
Usualmente este sistema se emplea cuando es claro que hay una mayoría en favor de una tesis y se desea no dejar en evidencia a la minoría o no someter al elegido, cuando de una elección se trata, al desaire de votos contrarios.
En los organismos internacionales es frecuente la toma de resoluciones por consenso. Conocida previamente la opinión de sus miembros a través de las conversaciones y negociaciones en los pasillos, se sabe con certeza el resultado que se obtendría si se sometiera el asunto a votación, y entonces se suele optar por la decisión consensual, que rehúye el acto formal de la votación y el escrutinio, a menos que algún miembro tenga interés en registrar en las actas la posición de su país.
He encontrado en la norma de procedimiento sexta de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa una buena definición del consenso: la ausencia de cualquier objeción expresada por un representante y presentada por él como obstáculo para la adopción de la decisión de que se trate.
En las Naciones Unidas se utiliza con frecuencia este método, aunque no está previsto en las normas jurídicas que rigen su funcionamiento. Fue la necesidad la que obligó a crearlo. Su aparición data de la crisis del canal de Suez. Y, desde entonces, bajo diferentes denominaciones —acuerdo tácito, resolución sin voto, resolución por consulta, acuerdo basado en no objeción— se ha usado con frecuencia este procedimiento en la toma de decisiones dentro de los organismos de las Naciones Unidas, para evitar las rigideces e inconveniencias que a veces trae el voto. Los textos que han tenido dificultades en su elaboración generalmente se aprueban por consenso. Las voces disidentes, que saben que una votación las colocaría en situación incómoda, prefieren dejar constancia de sus discrepancias a posteriori. En la III Conferencia sobre el Derecho del Mar la mayor parte de las decisiones se tomaron consensualmente. Se otorgó al presidente la facultad de declarar aprobado un asunto en ausencia de objeciones. Esto dio una gran agilidad al procedimiento.
Al comienzo el procedimiento de adopción de decisiones que se observaba en los organismos internacionales y en las conferencias diplomáticas era la unanimidad. Este método se utilizó, por ejemplo, en la Sociedad de las Naciones, surgida en 1919 después de la Primera Guerra Mundial. Era, en cierto modo, una proyección del principio de la soberanía de los Estados. Ellos tenían la seguridad de que no resultarán obligados por una resolución a cuya aprobación no hayan contribuido con su voto. Aún hoy algunos organismos internacionales suelen aplicarlo, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC o EFTA), la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Pero el principio de la unanimidad entró después en desuso. Lleva implícito el dereho de >veto de todos los países. Lo cual entraba la toma de decisiones y bloquea la operación de los organismos internacionales. Ha sido remplazado por el de >mayoría —absoluta o especial, dependiendo de la importancia de los asuntos—, que implica de todas maneras el acto de votación. Pero las rigideces de este sistema han sido atenuadas en la práctica por el cada vez más frecuente mecanismo del consenso para facilitar la toma de decisiones.
Incluso, para lograrlo, se ha reconocido al presidente de ciertos organismos internacionales la facultad de aplazar el acto de votación de una propuesta por unos pocos días —procedimiento al que se conoce como cooling off o enfriamiento— a fin de propiciar la obtención de un consenso por la vía de la negociación.
El consenso denota un acuerdo expreso o tácito entre los miembros de una comunidad o cuando menos una opinión ampliamente compartida por ellos sobre un determinado asunto. Es una coincidencia de pareceres sobre los puntos fundamentales de un tema de discusión dentro en un organismo colegiado. No entraña forzosamente la unanimidad. Al consenso no interesan los detalles de la cuestión sino sus elementos esenciales. En torno a ellos se forma la opinión compartida que lo origina. El consenso es usualmente el resultado de la negociación, la conciliación y la eliminación final de los disensos dentro del grupo.
En términos macropolíticos el concepto de consenso es mucho más dilatado. Se refiere a los acuerdos de amplia base popular que se producen en un país, generalmente de manera tácita y espontánea, en torno a las grandes metas nacionales. Estos consensos varían en el tiempo y en el espacio. Cada época y cada lugar tienen sus problemas peculiares que generan, por tanto, sus propios consensos. Estos —al igual que sus contrarios: los disensos— forman parte de las sociedades democráticas, que facilitan y promueven la libre expresión del pensamiento. En los regímenes autocráticos esto no es posible. Al suprimirse la libertad se torna inadmisible la expresión pública de las opiniones contrarias y se niega toda posibilidad de debate de las ideas. Desaparece el >pluralismo político y no son factibles los consensos ni los disensos públicos sobre cuestiones de interés general.
Naturalmente que mientras más homogénea es una sociedad en términos socio-culturales, más fáciles son los consensos. Las sociedades trizadas por diferencias étnicas, religiosas, lingüísticas, regionales o políticas encuentran mucho mayor dificultad en generar consensos. En ellas los disensos suelen superponerse y las franjas consensuales son mucho más estrechas.