Concertar —del latín concertare— es pactar, concordar, convenir, ajustar o componer las partes de una cosa. Por extensión se habla de concertar cuando los gobiernos, los partidos políticos, los grupos gremiales, los movimientos sociales o cualesquier otros actores de la vida pública llegan a acuerdos básicos para componer una situación nacional y para generar condiciones de gobernabilidad.
Se pueden hacer concertaciones en el gobierno y fuera del gobierno. Las concertaciones en el gobierno se hacen para superar una contingencia nacional o coparticipar en una gestión gubernativa partidos de diferente y hasta adverso signo político con el propósito de superar circunstancias difíciles o graves de orden interno o internacional. Los gobiernos de concertación, llamados también de unidad nacional o de coalición, suelen surgir frente a problemas cuya solución demanda la disminución de la confrontación ideológica y política para dar paso al acuerdo de los sectores beligerantes en un plan de acción mínimo para superar la situación. Las concertaciones fuera del gobierno buscan sumar fuerzas para adelantar un proyecto o llevar de mancomún las acciones de oposición a un régimen, a una tesis, a un proyecto, a un programa o a determinadas medidas que un gobierno se proponga tomar o las haya tomado.
La concertación puede versar sobre materias políticas, económicas o sociales. Son frecuentes los acuerdos de >gobernabilidad o los pactos sociales en torno a la política de empleo y al manejo de la cuestión laboral. Estos pactos generalmente son tripartitos: en ellos participan gobierno, trabajadores y empresarios.
Son numerosos los casos de concertación política en la historia reciente. Uno de los emblemáticos fue el español, celebrado el 17 de agosto de 1930 tras la caída del dictador general Miguel Primo de Rivera a comienzos de ese año, en que se reunieron en la ciudad de San Sebastián los representantes de las fuerzas republicanas —Manuel Azaña, Alejandro Lerroux, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz, Ángel Galarza, Miguel Maura, Niceto Alcalá Zamora, Santiago Casares Quiroga, Manuel Carrasco Formiguera, Matías Mallol y Jaime Aiguadé— para concertar los esfuerzos y las acciones de los diversos partidos y movimientos republicanos nacionales y regionales a fin de combatir a la monarquía de Alfonso XIII, proclamar la república como forma de gobierno y reconocer las demandas autonómicas regionales. A la reunión también asistieron, a título personal, los socialistas Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos, Felipe Sánchez Román y Eduardo Ortega y Gasset.
Meses antes se había producido el acuerdo entre la Alianza Republicana, encabezada por Manuel Azaña, y el Partido Republicano Radical Socialista, liderado por Marcelino Domingo. Fue en esas circunstancias que se celebró el llamado Pacto de San Sebastián para buscar la terminación del régimen monárquico. Como parte de la concertación se instituyó un Comité Ejecutivo Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá Zamora y del que formaron parte Alejandro Lerroux, Indalecio Prieto y Diego Martínez Barrio, cuyo cometido principal fue ampliar el movimiento hacia las fuerzas socialistas y anarcosindicalistas y hacia los sectores antimonárquicos del ejército español. Los grupos de la concertación ganaron las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, el rey abandonó el país para evitar la lucha civil y dos días después se proclamó la II República.
Años más tarde, en el curso de la transición democrática que se inició en España a raíz de la muerte de Francisco Franco y del fin de su larga dictadura (1939-1975), se dio un nuevo proceso de concertación en el que participaron las principales fuerzas políticas y sindicales.
Este período duró entre el 20 de noviembre de 1975, fecha de la muerte del dictador, y el 28 de octubre de 1982, en que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) alcanzó su gran victoria electoral.
Desde noviembre de 1975 en que inició su reinado como jefe del Estado y sucesor de Franco, Juan Carlos I estableció contactos con los líderes políticos españoles con el propósito de preparar la concertación para que España pudiese pasar sin traumas ni rupturas de la dictadura a la democracia. La alta jerarquía de la Iglesia, tan fuerte e influyente durante todo el período franquista, abandonó el nacionalcatolicismo que había adoptado en concordancia con el nacionalsindicalismo de la dictadura falangista y se inclinó también hacia la democracia.
El rey designó a Adolfo Suárez para conducir la transición. Expidió la Ley para la Reforma Política, que la izquierda rechazó por insuficiente, en virtud de la cual se abrió la libertad política y sindical. Los partidos fueron reconocidos y legalizados, incluso el Partido Comunista (PCE) de Santiago Carrillo en 1977.
En octubre de 1977 se firmaron los denominados “pactos de la Moncloa” que formalizaron la concertación entre las principales fuerzas políticas y laborales para aprobar una Constitución y poner en marcha un programa de democratización de España. En la concertación participaron también los nacionalistas de la catalana Convergència i Unió (CiU), liderada por Jordi Pujol, y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), aunque éste se negó a intervenir en la comisión redactora de la nueva Constitución. El 6 de diciembre de 1978 un referéndum aprobó el estatuto democrático que había sido objeto de consenso entre todas las fuerzas políticas. Fue una Constitución moderada y ecléctica que concilió la economía de libre mercado con una cierta planificación estatal y que buscó un equilibrio entre la unidad nacional y las demandas autonómicas de las diversas regiones de España.
La concertación incluyó acuerdos económicos entre el gobierno, los sindicatos y los empresarios para combatir la inflación, el desempleo y todos los demás desajustes económicos y sociales heredados del franquismo. Los sindicatos hicieron renunciamientos a sus legítimas aspiraciones para facilitar la reestructuración industrial en los sectores menos competitivos.
El período de transición, que se abrió con la muerte de Franco, terminó con el triunfo electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) el 28 de octubre de 1982.
En el libro “El futuro no es lo que era” (2001), que recordando la frase de Paul Valéry (1871-1945) —“el problema de nuestros tiempos es que el futuro ya no es lo que era”— recoge los diálogos mantenidos entre Felipe González y Juan Luis Cebrián sobre la transición española, la sociedad digital, la globalización, el nuevo concepto de la solidaridad y otros temas, el líder socialista rememora, un cuarto de siglo después de los acontecimientos, que “el consenso en la transición era la búsqueda de una especie de territorio compartido, que no nos obligaba a renunciar a nada, pero trataba de comprender cuál era la verdad del otro para superar la política del rencor”. Y recuerda que esa concertación “abarcó un amplio espectro de fuerzas políticas pero no a la totalidad: lo rechazaron la extrema derecha y la extrema izquierda”.
Después de cerca de 39 años de reinado, el monarca español Juan Carlos I abdicó el trono —y, con él, la jefatura del Estado— en favor de su hijo Felipe —Felipe VI— el 2 de junio del 2014.
En Colombia el llamado pacto nacional coligó en 1957 a sus dos principales partidos políticos: el conservador y el liberal. Esa concertación se conoció también con el nombre de pacto de Sitges, por la pequeña ciudad costanera de Cataluña donde fue suscrito por los expresidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, que fue ratificado después por el acuerdo de Benidorm, provincia de Alicante, en España. El propósito de la concertación entre partidos separados por un mar de sangre desde el <bogotazo de 1948 fue conjurar la violencia que tan dolorosamente estremecía a Colombia, afirmar el sistema democrático sobre bases más firmes, instituir el bipartidismo liberal-conservador y asegurar la gobernabilidad.
En virtud de ella los dos partidos se comprometieron a alternarse en el poder por 16 años, con gabinetes ministeriales compartidos y paridad en la administración pública, compromiso que se consagró y oficializó en una enmienda constitucional aprobada por >referéndum el 1º de diciembre de 1957.
De acuerdo con lo estipulado, con el apoyo de los dos grandes partidos fue elegido Presidente en 1958 con el 80% de los votos el doctor Alberto Lleras Camargo, líder liberal, quien en 1962 fue sustituido por el conservador Guillermo León Valencia, que al final de su mandato entregó el poder al liberal Carlos Lleras Restrepo. Después, dentro del esquema de la concertación —que duró desde 1958 hasta 1974—, advino el presidente conservador Misael Pastrana Borrero, con cuyo ejercicio terminó la concertada alternación y se abrió el libre juego político de los partidos.
El proceso de concertación de Colombia tuvo como antecedentes el manifiesto de Benidorm en 1956 por el que se creó el Frente Nacional, el pacto de marzo en 1957 para oponerse a la continuación del gobierno militar del general Gustavo Rojas Pinilla y el pacto de Bogotá en el mismo año, que sentó las bases de la alianza entre ambos partidos.
En Italia, por iniciativa de Enrico Berlinguer, jefe del partido comunista, se concluyó en 1973 il compromesso storico que juntó en el gobierno a las dos principales fuerzas políticas italianas: el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Comunista. La propuesta de concertación provino del secretario general del PCI, quien la planteó como “un nuevo gran compromiso histórico entre las fuerzas que recogen y representan la gran mayoría del pueblo italiano”. Su propósito en realidad fue legitimar la presencia de su partido —que en ese momento era el partido comunista más poderoso de Occidente— en la política italiana y demostrar que estaba en capacidad no solamente de enrolarse en las normas democráticas sino de ganar el poder electoralmente y de gobernar Italia.
La concertación duró hasta enero de 1979, en que los comunistas, divididos internamente por la falta de consenso sobre ese pacto y golpeados por los ataques de otros flancos de la izquierda ante un experimento de gobierno magro en términos de políticas públicas, decidió abandonarla.
A finales de los años 80 se formó en Chile la Concertación de Partidos por la Democracia, integrada por el partido demócrata cristiano, el partido socialista, el partido por la democracia y el partido radical socialdemócrata para presionar por el fin de la dictadura del general Augusto Pinochet que comenzó el 11 de septiembre de 1973 con el golpe militar que derrocó y produjo el suicidio del presidente Salvador Allende.
Durante la dictadura de Pinochet se prohibió toda actividad política, los partidos fueron proscritos, se suprimió la libertad de expresión y se desató la >guerra sucia contra los opositores reales o presuntos del régimen. En octubre de 1988 el dictador, engañado por las encuestas, convocó un >plebiscito con la intención de quedarse en el poder hasta 1997, pero fue grande su sorpresa cuando alrededor del 55% de los chilenos se pronunció por que se fuera.
Según documentos secretos desclasificados, que fueron divulgados el 24 de febrero del 2013 por la Universidad George Washington, el autócrata chileno intentó anular la consulta popular y promover acciones de violencia al percibir que los resultados le eran negativos. Pero no pudo hacerlo por la oposición de su propa junta militar y de buena parte de los mandos castrenses. De modo que se vio obligado a reconocer el triunfo del “no”, que ponía fin a su oprobiosa dictadura el 11 de marzo de 1990. No le valió —testifican los documentos desclasificados— “su insistencia a la junta militar de que le diera poderes extraordinarios para hacer frente a la crisis por la derrota” en la misma noche de la consulta. Además, según dicen los documentos, fueron el presidente Ronald Reagan de Estados Unidos y la primera ministra Margaret Thatcher de Inglaterra los primeros en advertirle que no lo hiciera.
En diciembre de 1989 se realizó la elección presidencial y en ella triunfaron los partidos de la concertación con el candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin, quien se posesionó de su cargo en marzo de 1990 y dio inicio al proceso de transición democrática.
En los comicios de 1993 volvió a triunfar la concertación con el candidato demócrata cristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del expresidente Eduardo Frei Montalva.
El tercer candidato de la concertación fue el líder socialista Ricardo Lagos, quien después de vencer en las >elecciones primarias el 30 de mayo de 1999 a su contendor demócrata cristiano Andrés Zaldívar, triunfó en las elecciones nacionales del 16 de enero del 2000 sobre el ultraconservador Joaquín Lavín, representante de la coalición de fuerzas de la Derecha. Y la cuarta candidata de la concertación fue Michelle Bachelet, quien retornó al poder por un segundo período tras vencer en las elecciones presidenciales del 17 de noviembre del 2013.
Para hacer frente a la >intifada de los palestinos el líder del ultraconservador Likud y primer ministro israelí Ariel Sharon, amplio ganador de las elecciones de febrero del 2001, formó un gobierno de concertación de amplio espectro en cuyo gabinete, compuesto de 26 ministros y 12 viceministros, tuvieron asiento desde hombres de izquierda hasta de extrema derecha: miembros del Likud, laboristas, nacionalistas y representantes de ocho partidos, que dieron una cómoda mayoría parlamentaria al gobernante. La coalición controló más de 70 de los 120 escaños de la Kneset. El veterano estadista y líder del Partido Laborista Shimon Peres asumió el ministerio de asuntos exteriores. Fue la contingencia política causada por la violenta reacción palestina en los territorios de Cisjordania y Gaza la que impulsó este entendimiento, no fácil de alcanzar en Israel.
Durante el proceso de búsqueda de la paz que lideraron el entonces primer ministro israelí Ehud Barak y el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Yasser Arafat no pudieron desvanecerse las discrepancias entre israelíes y palestinos en torno al estatus de Jerusalén —ciudad en la que árabes y judíos han ido a orar, a llorar y a soñar—; a la suerte de más de un millón de palestinos desplazados por las guerras de 1948 y 1967, que viven principalmente en los campamentos de refugiados de Neirab en Siria y de Talbieh en Jordania en las más precarias condiciones; al dominio y control sobre las fuentes acuíferas vitales para el desarrollo de la región, dado que aproximadamente la tercera parte del agua que utiliza Israel proviene de las capas freáticas de Cisjordania y de Gaza; y a la devolución por Israel de los territorios conquistados militarmente en 1967. Estas discrepancias fueron el origen de la ola de violencia promovida por los palestinos en ese sector del Oriente Medio.
Para afrontar la aguda crisis que estalló en noviembre del 2000, Sharon formó un gobierno de “unidad nacional” e invitó a integrarlo a sus adversarios políticos.