Se denominan así los jóvenes extravagantes surgidos de la clase dominante norteamericana a comienzos del año 2000 que, no obstante trabajar en bancos y grandes corporaciones, quieren lucir como los intelectuales de la orilla izquierda del Sena. Concurren a bares atiborrados de libros. Desdeñan el lenguaje culto y hablan como adolescentes para “estar en onda”. Tienen buenos ingresos pero se avergüenzan de ellos y gastan fortunas para pretender demostrar lo poco que les importan el dinero y los bienes materiales. Se visten en forma extravagante: pantalones pinzados, túnicas de Donna Karan y sandalias de cuero muy finas.
El escritor norteamericano David Brooks, exeditor del "The Wall Street Journal", en su libro “BoBos in Paradise: The New Upper Class and How They got There” (2000), acuñó la palabra bobo —acrónimo de bourgois y bohemians— para designar a estos jóvenes ricos de la nueva elite norteamericana que en su peculiar estilo de vida, a diferencia de los yuppies, no gastan su dinero en automóviles de lujo, yates y otros objetivos propios de la elegante y tradicional upper class estadounidense sino en compras extravagantes y en los menesteres del arte, la filosofía, la acción social y otras actividades bohémicas. Se han dado modos de conciliar la retórica revolucionaria de los años 60 con los desvaríos del capitalismo consumista de los años 90. Los sentimientos de culpa de su riqueza los lavan con las invocaciones a la justicia social. Brooks afirma con mucho ingenio que los bourgeois bohemians, mitad artistas, mitad mercaderes, son una mezcla de los hippies de los años 60 con las ganancias de los >yuppies de los 80 y con el estilo tecnológico de los >yetties de finales de los 90.
Los bourgeois bohemians son otro de los grupos estrafalarios y contradictorios que han surgido en la etapa postindustrial de los países desarrollados. Sus antecesores son los beats, los beatniks, los yippies y los hippies de las décadas pasadas, frutos del estrés y de la confusión intelectual de la sociedad de masas, con la diferencia de que éstos fueron pobres, despreciaron el dinero, mientras que aquéllos son ricos y están movidos por la ambición económica.
Su mismo nombre —burgueses bohemios— es una antinomia. Burgués es un hombre rico, miembro de la clase dominante en la organización capitalista y propietario de bienes de producción; y <bohemio es aquel que lleva una vida apartada de las normas y convenciones sociales y que desprecia los bienes materiales, como algunos intelectuales y artistas. Un hombre rico, inserto en el establishment, que sirve a bancos y a grandes corporaciones económicas, difícilmente puede ser bohemio. Esta es una de las tantas extravagancias de la sociedad postindustrial.
Brooks trata de hacer en su libro “un retrato de la nueva clase triunfadora” compuesta por hombres jóvenes y ambiciosos —conservadores por temperamento— que forman el nuevo >establishment en Estados Unidos. “El nuevo establishment BoBo —escribe el autor— tiende a ser centrista e independiente”. Ha sido un factor para que la discusión política se realice dentro de los partidos antes que entre los partidos. Meritócratas graduados con magna cum laude en las mejores universidades, los BoBos viven en barrios caros —Los Altos de California, Bloomfield de Michigan, Lincoln Park de Illinois— y han alcanzado la suficiente influencia para crear códigos que rigen la vida social. Brooks incluye entre ellos a las figuras triunfadoras de Henry Louis Gates, Charlie Rose, Steven Jobs, Doris Goodwin, David Geffen, Tina Brown, Al Gore, George W. Bush, John McCain, Bill Bradley y varias otras.