Procedente del germánico bank, que designaba originariamente la mesa rudimentaria en que operaban los cambistas de antaño para desenvolver sus manejos monetarios, la palabra banca significa el conjunto de bancos o entidades que reciben depósitos del público y utilizan ese dinero para otorgar créditos.
Sería imposible imaginar el desarrollo de la economía moderna sin la presencia de la banca, lo mismo en el sistema capitalista que en el socialista. Los orígenes de ella se pierden en remotos tiempos. Los primeros “banqueros” fueron los cambistas de dinero, que se convirtieron en depositarios de caudales y agentes de crédito de los mercaderes.
En el siglo XVII, en Inglaterra, se estableció la costumbre de depositar dinero y valores para custodia en casa de los orfebres, que en razón de su oficio eran los hombres ricos de la comunidad. Pronto ellos descubrieron que con sólo una pequeña proporción del dinero depositado podían atender los reintegros corrientes y dedicaron el resto a la rentable operación de prestarlo con interés. De la evolución e institucionalización de la usanza de los cambistas y de los orfebres nacieron los bancos, que con el paso del tiempo ganaron entidad propia y con la creciente diferenciación de las actividades económicas en la sociedad se diversificaron, de modo que pronto pudieron distinguirse bancos de depósito, hipotecarios, agrícolas, industriales, comerciales, de importación y exportación, de descuento, de desarrollo, etc., todos los cuales tenían como negocio común usar los fondos obtenidos en depósitos a la vista y a plazo para otorgar con ellos créditos a los agentes económicos con la finalidad de financiar sus operaciones de inversión.
Antes de que surja el banco central y de que éste asuma el monopolio de la emisión, la banca privada estaba autorizada para emitir billetes pagables al portador hasta el límite de sus depósitos de oro y otros metales preciosos. Eran los tiempos de la convertibilidad monetaria. La creación del Banco de Inglaterra en 1694 inició el sistema bancario propiamente dicho. A principios del siglo XIX surgieron dos escuelas de pensamiento económico: la que sostenía que la emisión de billetes podía seguir como una de las funciones de los bancos privados, y la escuela que defendía la tesis de que los billetes de banco eran un elemento sucedáneo de la moneda metálica y no instrumentos de crédito, por lo cual su emisión, limitada por la cantidad de depósitos de metales preciosos, debía ser función exclusiva del banco central. La bank charter act de 1844 en Inglaterra dio a este banco —que sin embargo fue entidad privada hasta 1946— el monopolio de la emisión de billetes y afianzó la posición de la segunda tesis, que luego se extendió por el mundo.
El sistema bancario de un país tiene como eje el banco central del Estado, que es el instituto emisor y, al propio tiempo, el órgano de ejecución y control de la política monetaria y crediticia. No es un banco comercial ni persigue fines de lucro. A su cargo está la emisión de moneda, responsabilidad que antes la compartía con los bancos privados pero que hoy es su función privativa. La tarea de proveer de medios de pago a la economía en la cantidad suficiente es, sin duda, la más importante de sus funciones pero no la única. A través de ella influye en el desarrollo del proceso económico, expandiendo o contrayendo el volumen de medios de pago, de acuerdo con los lineamientos de la política monetaria del gobierno. Recibe depósitos de los bancos comerciales y, en casos de emergencia, les concede préstamos a corto plazo. Por eso se le ha llamado el “banco de bancos”. Para asegurar la solvencia del sistema financiero y como un medio de regular la >liquidez de la economía, el banco central señala tanto el coeficiente del >encaje bancario que los bancos deben mantener en depósito en el central como el monto de su propia cobertura de activos y valores que deben servir de contrapartida para la emisión de billetes.
Como los bancos privados, al convertir en crédito los depósitos que reciben, “multiplican” los medios de pago emitidos por el central, la congelación de una porción de esos depósitos en sus arcas, a través del encaje bancario, disminuye esa capacidad multiplicadora y, por tanto, restringe el cúmulo de dinero en circulación. Eventualmente sirve ambién como banco del gobierno, es decir como su prestamista de última instancia, y maneja los cambios internacionales —compra y vende moneda extranjera, ejerce el control de cambios— y realiza operaciones de mercado abierto, mediante la adquisición de papeles, para inyectar dinero a la economía.
La influencia de la banca llegó a ser tan grande en la sociedad que, no obstante que en el sistema capitalista la mayoría de los bancos son empresas privadas, el Estado se vio obligado a establecer controles muy rígidos sobre su operación, atendida la naturaleza de sus funciones y la incidencia que ellas tuvieron en la marcha de la economía general. Se vio que la utilización de los depósitos monetarios en el otorgamiento del crédito produjo una verdadera “creación” de dinero por parte de los bancos privados, que aumenta la masa de medios de pago con todas las implicaciones que ello tiene sobre el proceso de formación de los precios y eventualmente sobre la inflación monetaria. La asignación de recursos a través del crédito es otra de las funciones claves en la economía que, en importante medida, desempeña la banca privada.
Por esta razón, la vigilancia estatal sobre ella se ha convertido en una cuestión de orden público que reviste vital importancia. Incluso la bancarrota, o sea la suspensión de pagos forzada por la insolvencia de una entidad crediticia, tiene tan graves implicaciones para los intereses de los depositantes y para la estabilidad del propio sistema financiero, que la supervisión del Estado se presenta como una indispensable garantía de seriedad y solvencia en la operación bancaria.
De otro lado, dado que el poder económico ostentado por los bancos puede conducir a la >bancocracia, es decir a su abusiva influencia sobre los mandos del Estado, resulta ineludible establecer un muy estrecho control de sus operaciones para conjurar este peligro.
La intervención estatal suele producirse por la vía legislativa y por la administrativa. A través de normativas legales expedidas por el órgano legislativo o por disposiciones administrativas dictadas por la autoridad que ejecuta la política crediticia del gobierno, el Estado señala el tipo de descuento, el coeficiente de redescuento, el porcentaje del >encaje bancario y las demás condiciones de operación de la banca.