Es un documento contable de carácter macroeconómico que registra la relación entre los ingresos y egresos de divisas que, por diverso motivo, se producen en un país durante un período. El Fondo Monetario Internacional (FMI) la define como la contabilidad sistemática de todas las transacciones económicas que han tenido lugar durante el período entre sujetos económicos del país y sujetos económicos del extranjero.
La balanza de pagos se compone de tres elementos: balanza comercial, balanza de servicios y balanza de capitales.
La balanza comercial registra las exportaciones y las importaciones de mercancías durante un determinado lapso. Se dice que el saldo es positivo para un país si el valor de aquéllas supera al de éstas o negativo en caso contrario. La teoría clásica de la balanza comercial sostenía que ella era la expresión de la riqueza de un país. El >mercantilismo de los siglos XVI y XVII, que fundaba la prosperidad económica nacional en la acumulación de reservas monetarias metálicas, interpretaba el excedente de las exportaciones sobre las importaciones como un signo de florecimiento de la economía. Después se vio que, aunque no se podía soslayar su importancia, este era un indicador muy parcial de la situación económica general de un país.
La balanza de servicios —que algunos economistas llaman “balanza invisible”— abarca una amplia gama de intercambio de prestaciones susceptibles de ser valoradas en dinero, tales como los fletes de transporte, las primas e indemnizaciones de seguros, los servicios bancarios, los gastos del turismo, las rentas de la propiedad intelectual, los gastos corrientes de los gobiernos extranjeros en el mantenimiento de sus sedes diplomáticas, los desplazamientos de la mano de obra y otros.
La balanza de capitales contabiliza el flujo de ellos entre los países, tanto a largo plazo como a corto plazo, en razón de inversiones directas, rentas de capital, préstamos, créditos comerciales, amortización de la deuda externa, repatriación de capitales, pago de intereses, ayudas para el desarrollo y, en general, salidas y entradas del ahorro monetario por cualquier otro concepto.
La balanza de pagos es, sin duda, un indicador importante de la marcha económica de un país. Una balanza activa —o sea con superávit— tiene efectos positivos en la inversión interior y tiende a aumentar la demanda, el empleo, la renta y los precios en la economía. Correlativamente, una balanza pasiva tiende a frenar el dinamismo económico y a reducir el empleo, la renta y los precios.
Los economistas clásicos sostenían en su tiempo —del mismo modo que hoy lo hacen los neoclásicos— que la balanza de pagos era capaz de ajustarse automáticamente, gracias a las fuerzas del mercado, de modo que los desajustes que podían eventualmente ocurrir son pasajeros y ella recobra espontáneamente su situación de equilibrio. Decían que un país con >superávit en su balanza de pagos encontraba automáticamente su estabilidad gracias a la entrada neta de oro —en aquellos cuyo sistema monetario estaba ligado al patrón metálico— o a las oscilaciones producidas en el tipo de cambio —en los que habían adoptado el sistema de libres oscilaciones— que al provocar un incremento de la oferta monetaria conducía al aumento de la demanda de bienes y servicios en el mercado, cuya consecuencia inmediata era el alza general del nivel de precios. Esta alza, a su vez, estimulaba las importaciones, que resultaban más baratas que la producción nacional, y desalentaban las exportaciones, con lo cual la balanza de pagos recobraba su posición de equilibrio. Si el caso fuera de >déficit en la balanza de pagos, se produciría el proceso contrario y la disminución de las importaciones junto con el incremento de las exportaciones revertiría la tendencia negativa. Y como el carácter de ambos procesos es simétrico, según sostenían los economistas clásicos y sostienen los neoclásicos, las tendencias del ajuste en uno u otro sentido encontrarían pronto su punto de equilibrio.
Esta es otra de las ilusiones de los seguidores de la >teoría cuantitativa del dinero. Las cosas, en realidad, no son tan simples. En el caso de los países con desequilibrios en la balanza de pagos más probable es que el ajuste se realice a costa de la producción y del nivel del empleo que por la vía de los precios.