Este es uno de los conceptos más ambiguos de la Ciencia Política. Herodoto, Platón, Aristóteles, Cicerón y otros pensadores de la Antigüedad conceptuaron la aristocracia como el gobierno ejercido por unos pocos hombres escogidos. Por tanto, originalmente la palabra significó el poder, la influencia o el mando de los mejores dentro de la sociedad. Pero como los mejores, por lo general, fueron de origen noble puesto que el poder, la riqueza, los privilegios y los títulos nobiliarios, por entonces y durante algún tiempo, marcharon juntos y fueron hereditarios, el concepto tuvo connotaciones nobiliarias.
Después fue paulatinamente modificándose su significación. Se empezó a hablar de aristocracia del saber o de aristocracia del dinero para designar a los mejores entre los intelectuales o a los más ricos entre los afortunados, mas ya no con relación al poder político sino a la situación de un grupo social relevante dentro de la colectividad por sus conocimientos o su riqueza.
La aristocracia ya no fue más, como en la Antigüedad, una forma de gobierno, ni siquiera se refirió a la influencia de un grupo sobre el poder. Con el advenimiento de las ideas democráticas, el concepto cambió de rumbo, se desprestigió y terminó por significar un grupo de privilegio social por derecho de sangre.
Esta ha sido la evolución del concepto desde sus orígenes etimológicos en la antigua Grecia (aristokratía, de áristoi = “los mejores” y krateia = “dominio”, “mando” o “poder”), en que significaba el gobierno de los mejores, que no era necesariamente el de los ricos o de los nobles, hasta nuestros días en que tiene connotaciones de privilegio y nobleza de sangre.
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