Juego de mesa que, sobre un tablero integrado por 64 casillas o compartimentos blancos o negros —alternados—, se desarrolla entre dos personas, cada una de quienes posee y moviliza 16 fichas que representan: un “rey“, una “dama“, dos “alfiles“, dos “torres“, dos “caballos” u ocho “peones“. Las fichas de los dos jugadores se distinguen por sus diversos colores pero en el curso del juego se suelen denominar “blancas” o “negras” simplemente. Triunfador de la partida es quien da el mate al rey enemigo. El mate es el “lance que pone término al juego de ajedrez, al no poder el rey de uno de los jugadores salvarse de las piezas que lo amenazan“, dice en su diccionario la Real Academia Española de la Lengua.
La partida es “tablas” cuando los jugadores alternan en el juego y no pueden hacer dos jugadas seguidas.
El ajedrez es, en fin, un juego complicado y de difícil definición.
Hay diferentes versiones sobre su invención. Una de ellas la atribuye al personaje griego Palamedes, de quien se dice que en el curso de la “Guerra de Troya” —alrededor de los años 1194 y 1185 (a. C.)—, durante el sitio de la ciudad griega, entretenía a sus soldados en las horas de descanso jugando a la “petteia“. Pero según otras opiniones el origen del ajedrez fue en la India y de allí pasó durante el siglo VI a Persia y después a Arabia, de donde los árabes lo introdujeron en Europa a principios del siglo XI. Pero hay también otras tesis al respecto. Una de ellas sostiene que el juego nació en la India septentrional y de allí se extendió a China, Rusia, Persia y Europa.
En todo caso, tiene el ajedrez más de mil años de historia.
La Real Academia, en su locución verbal “dar mate“, afirma que ella significa “en el juego de ajedrez, estrechar al rey sin darle jaque, de manera que no tenga donde moverse“.
En el curso del juego, en cada una de las casillas blancas o negras —denominadas “escaques“— en que se divide el tablero de ajedrez, se coloca a los dos jugadores contendientes frente a frente, y ellos sólo pueden hacer tres tipos de movimientos: a lo largo de las líneas, a lo largo de las columnas y a lo largo de las diagonales.
A diferencia de muchos otros juegos de mesa, en el ajedrez está ausente la buena o mala suerte, puesto que su manejo depende de los conocimientos y capacidades del jugador. Y el juego demanda inteligencia, concentración, sabiduría, información, serenidad y buena memoria en cada competidor.
En la actualidad la revolución electrónica ha hecho posible jugar partidas de ajedrez, a través de internet, entre contendores situados en diversos y lejanos parajes geográficos.