Dícese de quien tiene lazos formales de pertenencia a las filas de un partido político por haberse inscrito en sus registros y haber obtenido el carnet de afiliación. El afiliado no es necesariamente un militante, salvo en los partidos de estructura autoritaria, en que la organización política absorbe al individuo y le convierte en un simple engranaje de su imponente maquinaria. En los demás partidos se designa con la palabra afiliado simplemente a quien está vinculado por lazos formales y disciplinarios a un partido aunque no haga activismo.
Usualmente el acto de afiliación consiste en una ceremonia más o menos solemne por la cual una persona promete fidelidad a un partido y acatamiento a sus decisiones y éste ofrece tenerla en cuenta entre sus miembros para todos los fines de la organización política. La solemnidad del acto depende del tipo de partido. Los de estructura democrática suelen no hacer grandes ceremonias de incorporación. El acto es más bien discreto. Por lo general la adhesión se efectúa a través de un formulario impreso, que el aspirante debe llenar y firmar. Allí éste declara que se compromete a observar la disciplina partidista y a propalar sus principios doctrinales y programáticos. En cambio, los de corte fascista solían rodear de una gran parafernalia al acto de incorporación. Pomposos juramentos, uniformes e insignias de tipo militar, despliegue de música, banderas y estandartes, ritos semirreligiosos marcaban el ingreso de los nuevos miembros del partido, especialmente de los jóvenes, a las unidades de base, que eran las milicias. Así se incorporaban los nuevos afiliados. Bien es cierto que en la organización fascista no podía hacerse la distinción entre militantes, afiliados y simpatizantes, puesto que todos eran militantes y de todos el partido esperaba la entrega total. La organización miliciana de Mussolini, por ejemplo, copiada por Hitler y por Franco, descansaba sobre las squadri di combatimento, que se agrupaban piramidalmente en secciones, centurias, cohortes y legiones, de acuerdo con la nomenclatura extraída de la organización militar de la antigua Roma imperial. Los fascistas fueron maestros en el arte de la coreografía política, o sea en hacer de los actos políticos grandes espectáculos para la masa.
En todo caso, el afiliado es el que se ha adherido formalmente al partido, después de haber cumplido los requisitos de la incorporación. Mantiene un compromiso formal y está sometido a lazos disciplinarios. Su adhesión representa un grado de participación mayor que el de los simpatizantes —aunque a veces ocurre que los simpatizantes son más activos que los afiliados— pero menor que el de los militantes.
Estos tres diferentes grados de participación pueden ser representados gráficamente como tres círculos concéntricos, de los cual el exterior y más amplio corresponde a los simpatizantes, el que le sigue a los afiliados y el central a los militantes o activistas. De este modo, la masa de miembros de un partido está compuesta por un núcleo central de militantes, un círculo de afiliados más o menos activos y una esfera satélite de simpatizantes.