De acuerdo con la conocida clasificación de las actividades económicas, Colin G. Clark llamó terciario, tomando el nombre propuesto por el economista neozelandés A. G. B. Fisher, a un amplio sector de quehaceres productivos, financieros y de servicios que se caracterizan por su “intangibilidad”, esto es, por su falta de corporeidad, puesto que consisten en la prestación de servicios y no en la provisión de bienes. Tales actividades, entre otras, son el comercio, la banca, las finanzas, los seguros, las comunicaciones, la informática, la administración, la publicidad, las relaciones públicas, el “marketing”, el transporte, los servicios profesionales y otras no inscritas en los demás sectores de la economía.
Clark intentó contraponer o al menos diferenciar el sector terciario de los sectores primario y secundario de la economía. El punto de partida de su tipología fue el grado de procesamiento de los diversos bienes que ellos producen. En las tareas extractivas —como la agricultura, la ganadería, la explotación forestal, la pesca y la caza— el grado de transformación de las materias y elementos es muy bajo y, por consiguiente, el componente de >valor agregado es mínimo. Esta es la diferencia sustancial con las tareas manufactureras del sector secundario, cuya esencia es la transformación de las materias primas o bienes intermedios en productos elaborados y la absorción de un alto valor añadido. Las actividades terciarias, en cambio, consisten básicamente en la prestación de servicios y no en la producción de bienes materiales. Sus “productos” son esencialmente intangibles puesto que consisten en prestaciones destinadas a la satisfacción de necesidades, cuyo valor agregado es la parte más importante de sus costes de producción. Por esta razón, Clark en 1957 cambió la denominación de estas actividades: en lugar de “terciarias” las llamó de “servicios”.
Ellas no significan necesariamente que los servicios se prestan al consumidor final. Una parte muy importante de la provisión de servicios se dirige a satisfacer las demandas de los productores primarios o secundarios, en sus diferentes fases del proceso productivo, y no a los consumidores finales. Son servicios suministrados a las empresas agrícolas o industriales e, incluso, a otras empresas de servicios para la producción de sus bienes.
En la sociedad hay un variado espectro de necesidades que son atendidas por actividades económicas cuyo producto no tiene expresión corpórea. Toda la amplísima gama de las actividades que giran en torno al >conocimiento en la moderna sociedad informatizada tienen este carácter. Ellas trabajan con datos, números, informaciones, ideas, imágenes y símbolos almacenados en el cerebro humano y en la memoria de los ordenadores. La parte más importante del sector terciario de la economía contemporánea se compone de los dos elementos básicos de la >cibernética, que son el hardware y el software, a los que hay que agregar el soporte humano, al que algunos llaman el humanware. Es la imbricación de la inteligencia del hombre, la información y los ordenadores. Lo cual, por supuesto, ha modificado muchos conceptos, entre ellos la noción del valor. El valor-tierra de la sociedad agrícola antigua, medieval y fisiocrática cedió paso al valor-máquina de la sociedad industrial y éste al valor-conocimiento de la sociedad informatizada. Este valor, que da a quien lo posee una posición de avanzada en la organización social contemporánea, se manifiesta en la prestación de servicios sumamente sofisticados, que requieren talentos individuales, predisposiciones naturales y una larga y meticulosa preparación hasta llegar a la excelencia.