A finales del siglo XX apareció en el seno de la clase dominante norteamericana una nueva especie rara de hombres jóvenes: los yetties. A la sazón Estados Unidos experimentaban un gran auge económico y una enorme prosperidad social. Como ningún otro país, habían logrado articularse con eficiencia suma a la <globalización de la economía mundial y a la era digital, con todos los prodigios de la revolución electrónica. El presidente Bill Clinton, pocos meses antes de entregar el poder, había anunciado para el año 2000 un crecimiento de la economía superior al 5%. La bonanza productiva era impresionante. Los negocios se expandían, las utilidades eran gigantescas, se fusionaban las empresas para formar megacompañías y optimizar sus utilidades.
Los Estados Unidos, después de haber triunfado en la guerra fría, asumieron el dominio de los mercados mundiales, del sistema bancario internacional, de la tecnología de punta, de las comunicaciones planetarias y de la ingeniería biogenética. En este contexto surgieron estos jóvenes creativos y originales, enchufados a internet, de vestido y maneras informales, con ansias de ser millonarios, que recibieron el nombre de yetties. Nombre que es el acrónimo del inglés: young entrepreneurial technology-based que, en traducción textual, significa “jóvenes empresariales con base tecnológica”.
Ellos se han vuelto ricos en poco tiempo gracias al mercado de la informática e internet, al que han ofrecido nuevos software, la creación de sitios web y la prestación de servicios informáticos de alta sofisticación. Con sus innovaciones tecnológicas han alcanzado éxito rápidamente y se han convertido en cibermillonarios. Sus puntos de referencia y sus modelos a imitar son: Bill Gates, fundador de Microsoft; Jim Clark, creador de Netscape; Steve Jobs, presidente de Macintosh; Jeff Bezos, dueño de amazon.com; Steve Case, iniciador de America On Line y otros hombres del Silicon Valley.
Los yetties son personas muy jóvenes —la edad promedio es 28 años— con grandes ambiciones de éxito y de dinero. Han difundido no solamente una nueva forma de trabajo y de gestión de los recursos humanos sino también un nuevo estilo de vida: visten informalmente, se han declarado enemigos personales de la corbata y detestan los convencionalismos sociales. Su apariencia exterior es peculiar: camisa y pantalones sencillos, teléfono celular al cinto, cabello largo y anteojos, como testimonio de las largas horas frente a la pantalla. Sus relaciones de trabajo son tan informales como su ropaje. Cumplen jornadas de labor interminables. Pasan doce o más horas diarias prendidos del computador. Viven “on line”, para decirlo en el argot informático. No trabajan con horario sino con tareas por cumplir. Son creadores, originales, hiperactivos, emprendedores, audaces, tienen capacidad de liderazgo, aman los riesgos, saben dos idiomas, viven de prisa, se mueven contra reloj. Han hecho suya la vieja máxima de Benjamín Franklin: el tiempo es oro. Suelen reunirse los primeros martes de cada mes —first tuesday— para hablar de sus cosas y compartir experiencias. Forman parte del establishment y son profundamente conservadores en sus percepciones políticas y egoístas en sus prácticas económicas. La privacidad y la libertad son sus principales valores.
La moda de los yetties se ha extendido por el mundo. América Latina no ha estado exenta de la influencia de estos nuevos entrepreneurs. Y algunos de los yetties latinoamericanos han tenido también fulgurante éxito tecnológico y económico, como el uruguayo Fernando Espuelas que a los 32 años de edad creó Starmedia, el argentino Wenceslao Casares, más joven aun, creador de patagon.com, o el yettie chileno Sergio López con su sistema gemelo.com para almacenar información en internet.
Nacidos en la era de las computadoras y de las transacciones on-line, los yetties encarnaron un fenómeno cultural en los niveles superiores del mundo de los negocios. Llegaron para desafiar la imagen convencional del ejecutivo “encorbatado”, que fue la figura tradicional de las grandes compañías, e insertarse en el Silicon Valley de California y en el Silicon Alley de Nueva York —los grupos informáticos más importantes de Estados Unidos—, en cuyo ambiente se desenvolvieron maravillosamente bien. Todo lo hicieron por medio de su laptop, desde cuya pantalla se comunicaban, se informaban, obtenían las noticias más importantes y controlaban los mercados bursátiles.
Los yetties reemplazaron a los >yuppies de los años 80, que estudiaban en las facultades de negocios, vestían pantalones con tirantes, jugaban golf y trabajan en los bancos, las compañías financieras y las bolsas de valores.