No me refiero, por supuesto, a la significación usual y obvia de esta palabra: la de una cosa que puede variar o ser susceptible de cambio, sino a la que se utiliza en matemáticas, en estadística descriptiva, en cálculo de probabilidades y, especialmente, en economía para designar un factor accidental y mudable.
El término ha sido tomado del vocabulario de los economistas norteamericanos, quienes designan con la palabra inglesa variable, en el campo de las ciencias económicas y estadísticas, una magnitud susceptible de modificarse por acción propia o en función de otras variables.
Desde el punto de vista matemático, una variable es la cantidad a la que se le puede asignar, durante el curso de un proceso de análisis, un número ilimitado de valores. Se contrapone tanto al valor constante absoluto —por ejemplo, la raíz cuadrada de cualquier número o la relación entre la circunferencia y el radio de un círculo, que siempre será 3,1416— como al llamado valor constante relativo o parámetro, al que se le puede asignar un valor numérico invariable para un determinado proceso de análisis.
En el campo de la estadística, una variable puede presentar varias modalidades cuantitativas que forman un conjunto continuo o discontinuo.
En el cálculo de probabilidades la “variable aleatoria” indica un conjunto de valores que tienen diversas probabilidades de realización.
La variable económica, que es la que nos interesa en esta exploración, es el factor inconstante, cambiante o coyuntural dentro del análisis económico de un país o de un sector de su economía, a diferencia de los valores constantes. Por ejemplo, en el supuesto de una <indexación de los salarios con los precios, el elemento precios es la variable que sirve para el análisis y fijación de los salarios.
En todos los casos, este término designa factores que, en contraste con los de naturaleza constante, se caracterizan por su volubilidad y cambio.