Es uno de los elementos constitutivos del Estado: es su elemento humano. Se formó a lo largo del tiempo y de la convivencia social. Es, por tanto, el resultado de un dilatado proceso de adaptación histórica y geográfica, en el curso del cual se forjó una correlación funcional entre sus miembros, se creó la <cultura, se afinaron las costumbres, se unificó el lenguaje, se ideó la >religión, se compartió el >territorio, se cohesionó el grupo y éste adquirió su propia y distintiva fisonomía.
El jurista español Adolfo Posada (1860-1944), siguiendo al jurista y político suizo Johann Kaspar Blunstchli (1808-1881), afirmó que el pueblo “significa la existencia colectiva, que no surge de improviso: nace naturalmente, y se forma por una especie de desenvolvimiento psicológico”.
El pueblo constituye una unidad social orgánica dotada de espíritu e ideales comunes y a la cual se atribuyen derechos y deberes políticos en la vida comunitaria. Aunque está compuesto de una multitud de seres humanos, es más que la simple agregación mecánica de ellos. Es una unidad social orgánica, en la que no sólo actúa la proximidad física entre los individuos sino su unificación espiritual y la conciencia de su comunidad de intereses. En otras palabras, lo que convierte a una masa humana amorfa en un pueblo es la unificación moral, la intercomunicación personal y la cooperación de los individuos en función de las metas que les son comunes. Es este factor el que induce a sus miembros a considerarse como partes de un todo unitario y el que hace de la pluralidad de personas una unidad social orgánica.
El pueblo es un “todo” y no una mera suma de elementos. Los miembros de ese “todo” están enlazados entre sí de modo que no tienen una absoluta independencia. Existe entre ellos una compenetración, una interpenetración y una solidaridad que convierten al pueblo en un sistema estructurado de convivencia.
De lo dicho se infiere que el pueblo no es una simple agregación de individuos ni la mera yuxtaposición de elementos no integrados en unidad de vida, sino un grupo humano consciente de su destino histórico y vinculado por lazos espirituales. Es una sinergia. Representa el concurso activo y concertado de individuos para ejercer una función común. Sus efectos son superiores a la suma de los efectos individuales.
Bajo esta concepción, el pueblo es al mismo tiempo una formación natural y una formación cultural. Tiene una parte corpórea, que se mantiene mediante la reproducción biológica y que puede ser captada por las ciencias naturales y sociales, y una parte espiritual que se expresa no sólo en las grandes creaciones culturales, científicas y artísticas, en las que se revela el genio de una colectividad, sino también en la conducta diaria e inintencionada de la masa social que pone de manifiesto sus excelencias y defectos.
La palabra pueblo se refiere a la sociedad en su conjunto y no a una <clase social o a otra, ni siquiera a la más numerosa. Designa al conjunto de todos los seres humanos que viven en comunidad como resultado de un largo proceso de acondicionamiento espacio-temporal. En la tradición hispanoamericana, sin embargo, se designa con esta palabra al conjunto de la gente más pobre de un país, mientras que en la tradición anglosajona el pueblo es el conjunto de ciudadanos.
Es un concepto eminentemente político, necesariamente referido al Estado. El pueblo es el sujeto de la vida política del estatal. Constituye, por tanto, una unidad de acontecer a la que pueden imputarse hechos históricos.
¿Son sinónimas las palabras pueblo y población? No. Pueblo es un concepto eminentemente político: designa al grupo humano orgánicamente estructurado, consciente de su destino histórico, cuyos componentes están ligados entre sí por ideales comunes más o menos bien definidos. En cambio, población es un concepto primordialmente demográfico y estadístico, que señala la simple agregación mecánica de unidades humanas y que sólo indirectamente puede llegar a tener significación política.
La “entidad popular” no está situada ni en el exclusivo campo de lo físico ni en el de la conciencia solamente, puesto que encierra elementos de uno y otro campos, como toda realidad social. Es una dualidad físico-espiritual que no puede ser escindida en sus elementos objetivos y subjetivos, porque el contraponer ser y conciencia es desintegrar esa unidad físico-espiritual en que el pueblo consiste.