La opinión es, desde el punto de vista filosófico, una percepción o una creencia que no entraña garantía alguna de validez. En este sentido se contrapone a la afirmación científica. La opinión, para Platón (427-347 a.C.), era un estado intermedio entre el conocimiento y la ignorancia acerca de algo. Era una conjetura, una creencia. Cuando esa opinión se somete a un razonamiento causal y sus asertos son demostrables, se convierte en ciencia. Toda ciencia empieza por ser opinión, esto es, hipótesis.
El viejo pensador griego Epicuro (341-270 a.C.) —fundador de la escuela filosófica denominada epicureísmo— denominó a la opinión como “un término que tanto puede llegar a ser verdadero cuanto falso”. El filósofo griego comparaba a las opiniones con las estatuas de Dédalo, que siempre estaban en actitud de huida. Eran inasibles. Carecían de una rigurosa relación de causa a efecto.
El teólogo dominico Santo Tomás (1225-1274) expresó: “la opinión es un acto de entendimiento que se realiza sobre una parte de la contradicción con el temor de la otra”.
El jurista, matemático y filósofo alemán Christian Freiherr von Wolff (1679-1754) la definió como una “proposición insuficientemente probada”.
Immanuel Kant (1724-1804): “es una creencia insuficiente, tanto subjetiva como objetivamente, acompañada por el conocimiento”. Esto significa, según el filósofo alemán, que “no se puede opinar sin saber algo, por lo menos, por medio de lo cual el juicio problemático tenga determinada relación con la verdad”, ya que de lo contrario sería “sólo un juego de la imaginación sin la mínima relación con la verdad”.
La ciencia positivista del siglo XIX afirmó la imposibilidad de la opinión en el campo científico. Sin embargo, el >relativismo moderno no desecha de manera tan tajante el valor de la opinión en el campo de la ciencia porque puede representar una verdad en determinada fase de formación. Quiere decir con esto que siempre la verdad científica comienza por ser una “opinión”, una estimación, un criterio, una apreciación, una evaluación provisional, que después se afirma como conocimiento científico.