Al término de la Primera Guerra Mundial, triunfante ya la revolución bolchevique en Rusia, el líder comunista ruso Vladimir Lenin patrocinó la formación de la Tercera Internacional, para lo cual convocó en 1919 a 39 partidos marxistas de varios países a una conferencia en Moscú que tuvo por finalidad formar una nueva organización obrera internacional capaz de defender con decisión los principios básicos del >marxismo con el respaldo de la clase obrera y de sus partidos políticos. Así nació la Tercera Internacional o Internacional Comunista (el Komintern), de estructura rígida, formada exclusivamente por partidos alineados con Moscú, como un centro de mando del movimiento obrero internacional en aquella época.
Entre los 21 puntos programáticos de la nueva organización, redactados directamente por Lenin y aprobados en la conferencia de Moscú, estuvieron los siguientes:
1. La propaganda y agitación diaria deben tener carácter comunista.
2. La acción legal debe combinarse con la ilegal.
3. Debe realizarse propaganda comunista en el ejército y denunciar al social-patriotismo y al social-pacifismo.
4. Debe romperse inmediatamente con los reformistas acérrimos como Karl Kautsky, Ramsay MacDonald y otros.
5. Tienen carácter obligatorio las decisiones adoptadas por la Internacional Comunista.
6. Los partidos socialistas deben cambiar su nombre por el de “partidos comunistas”, con señalamiento del país. A partir de esta orden se instrumentó en todos los lugares el cambio de denominación.
7. La máxima autoridad de la Internacional Comunista es el congreso mundial de todos los partidos miembros.
8. Todos ellos deben adoptar como principio de organización el <centralismo democrático.
9. Todos deben apoyar militantemente a la República de los Soviets en su lucha contra las fuerzas contrarrevolucionarias.
Estos puntos debían ser observados y cumplidos disciplinadamente por los partidos miembros, todos ellos de la órbita comunista.
La vida de la Tercera Internacional puede dividirse en dos etapas perfectamente diferenciables. Durante la primera etapa, bajo la guía de Lenin (1870-1924) —cuyo verdadero nombre fue Vladimir Ilich Uliánov—, era dable mantener en el seno de la organización un cierto intercambio de opiniones entre los líderes de los varios países; pero en la segunda etapa, bajo la égida de Joseph Stalin (1878-1953) ella se convirtió simplemente en un mecanismo de transmisión de las consignas venidas desde lo alto del Kremlin. Se obligó a todos los partidos miembros a copiar la forma de organización del partido comunista soviético, que se erigió como modelo, y a adoptar sus tácticas bajo el severo control del Komintern.
La organización funcionó por algo más de veinte años. Tuvo muchos problemas con sus miembros por la intransigencia estalinista. Se enredó en la maraña del burocratismo. La Segunda Guerra Mundial dividió verticalmente a los proletarios del mundo y superpuso los sentimientos patrióticos y el interés de defender el territorio nacional por encima de la lucha de clases, tal como ocurrió con el movimiento obrero en la primera conflagración mundial. Al final la Internacional se autodisolvió el 15 de mayo de 1943. Digo mal: no se autodisolvió sino que Stalin la disolvió, en flagrante incumplimiento del juramento que hizo en 1924, cuando enterraba a su antecesor: “Te juramos, camarada Lenin, que daremos nuestra vida por consolidar y extender la Internacional Comunista”.
El escritor marxista norteamericano George Novack (1905-1992), en su libro “The first three Internationals”, trató de explicar a su modo que esto ocurrió “debido al crecimiento y madurez de los partidos comunistas y dado el hecho de que, durante el curso de la Segunda Guerra Mundial, cierto número de partidos miembros han planteado la disolución de la Internacional. En la imposibilidad de convocar a un congreso, a causa de la guerra, el Presidium del Comité Ejecutivo resolvió someter a la aprobación de las secciones lo siguiente: disolver la Internacional Comunista como centro dirigente del movimiento obrero internacional, dispensando así a las secciones de las obligaciones derivadas de los estatutos y de sus congresos”.