Es el discurso o escrito incoherente y embrollado, ya por la confusión de las ideas, ya por la impropiedad del lenguaje, ya por ambas causas a la vez. Es un baturrillo involuntario.
Cuenta Voltaire, como anécdota, que el galimatías debe su nombre a cierto Matías, propietario de un gallo que era objeto de un litigio judicial. El abogado defensor repitió por tantas veces las palabras “gallo” y “Matías” que en un buen momento se le trabó la lengua y en lugar de decir “el gallo de Matías” (gallus Mathiae, en latín) dijo “galli Mathias”. Así nació la expresión que, con el tiempo, se usó para designar al lenguaje ininteligible.
Algunos discursos políticos son verdaderos galimatías por lo enrevesado de las ideas y lo confuso de los argumentos.