Esta palabra proviene de la voz latina fiscus que era la cesta de mimbre en la cual los antiguos romanos solían guardar el dinero. Más tarde se llamó fisco al tesoro del príncipe para distinguirlo en cierta manera del tesoro público, que recibió el nombre de aerarium publicum, del cual viene la palabra erario que designa modernamente al conjunto de recursos monetarios del Estado.
Durante todo el período feudal no había distinción entre la hacienda privada del príncipe y la hacienda pública. Tampoco en los tiempos de la monarquía absoluta —en que el Estado era el monarca, según la frase que se atribuye a Luis XIV— se distinguían las finanzas personales del rey de las estatales. Había una sola caja. El monarca manejaba indistintamente los recursos personales y los públicos. Sus patrimonios no estaban diferenciados. Una de las conquistas revolucionarias de Francia fue la creación del fisco, como el destinatario y el custodio del dinero del Estado, totalmente independiente del patrimonio de los gobernantes. En esa época se iniciaron los modernos estudios financieros del sector público. Nacieron no solamente el concepto de fisco sino también los de presupuesto, gasto público, sistema tributario, política fiscal, etc.
Fisco es hoy el Estado visto desde el ángulo presupuestario, tributario y financiero. Más concretamente: desde el ángulo de las recaudaciones de los ingresos públicos, independientemente de su distribución y gasto. El fisco es el lugar donde se acopian y guardan los fondos del Estado, que nacen de sus ingresos patrimoniales o tributarios, para atender las necesidades públicas. Es el patrimonio, erario o tesoro público.