Es una reunión cerrada y de pocas personas, generalmente llevada en secreto, para tratar asuntos políticos importantes de una comunidad. La palabra tiene connotaciones negativas porque se refiere a un grupo en el que no están presentes todos los que debieran estarlo para tratar cuestiones de interés general. El cenáculo es una reunión de un pequeño grupo de personas a espaldas de las demás. Esta es al menos la connotación que la palabra tiene en la vida política.
Porque en los campos literario y artístico, por ejemplo, el término cenáculo no es despectivo. Designa la reunión de escritores o de artistas para celebrar el triunfo de alguno de ellos o para intercambiar impresiones sobre temas propios de su oficio.
El romanticismo francés puso de moda los cenáculos literarios. Fueron célebres los que presidieron Musset, Mallarmé, Verlaine y Víctor Hugo. En Madrid fueron muy conocidos los que se organizaron en el Café del Príncipe por los románticos, o en el Café de la Montaña y en el Café Colonial por los modernistas, o los que convocaba el dramaturgo español Ramón Gómez de la Serna (1988-1963) y su grupo vanguardista en la Botillería de Pombo.
El origen de la palabra está en el episodio bíblico de la última cena, a la que concurrieron Cristo y los doce apóstoles.