Palabra inglesa, perteneciente al ámbito de la informática, que designa un sitio web de internet con textos escritos por los usuarios de la red —los bloggers—, usualmente ordenados en forma cronológica. La palabra ingresó al “Oxford English Dictionary” en el 2003 y la Real Academia Española de la Lengua la acogió dos años después en su “Diccionario Panhispánico de Dudas”, bajo la entrada de bitácora, para significar “sitio electrónico personal, actualizado con mucha frecuencia, donde alguien escribe a modo de diario o sobre temas que despiertan su interés, y donde quedan recopilados asimismo los comentarios que esos textos suscitan en sus lectores”.
Ella se originó en el término “weblog”, acuñado por el estadounidense Jorn Barger a finales de 1997, que fue luego abreviado como “blog” por su compatriota Peter Merholz. La acción y efecto de colocar blogs en la red se denomina blogging en inglés y sus autores, bloggers.
En la lengua castellana no han surgido aún las palabras para designar estos fenómenos, que se inscriben en las modernas tecnologías de la comunicación electrónica.
El joven norteamericano Justin Hall, quien escribió desde 1994 su diario personal en la red cuando era estudiante del Swarthmore College, es reconocido como uno de los primeros bloggers. Los iniciales blogs políticos norteamericanos de amplia difusión aparecieron en el 2001: AndrewSullivan.com de Andrew Sullivan, Politics1.com de Ron Gunzburger, PoliticalWire de Taegan Goddardy y MyDD de Jerome Armstrong. Después se extendieron aluvionalmente en la red. Hoy hay millones de ellos: de todas las formas, tamaños, contenidos, estilos, formatos y características. Desde el año 2002 los blogs se convirtieron en un medio de comunicación masivo, hasta el punto que las facultades de periodismo de las universidades se vieron precisadas a investigar el fenómeno y establecer los linderos entre el blogging y el periodismo. En la actualidad algunos blogs superan la cifra de un millón de visitas diarias.
Cualquier internauta puede crear, mantener y administrar su propio blog, para lo cual dispone de una interfaz, o sea de una conexión física y funcional entre sistemas electrónicos, a través de la cual puede modificar, añadir o editar permanentemente su contenido.
El blog es un sitio web gratuito, periódicamente actualizado, cuyos textos pueden ser renovados permanentemente por su autor. El blog puede ser —dependiendo de la voluntad de cada autor— un diario o agenda personal, una tribuna de orador, un espacio de colaboración, un estrado político, una fuente de noticias, una instancia de comentario de libros o un espacio público de expresión de opiniones, análisis y críticas personales
Los blogs constituyen sistemas interactivos puesto que los lectores pueden comentar sus contenidos y enviar sus comentarios a la red; y eventualmente, recibir respuesta del autor. De manera que es factible abrir diálogos, promover discusiones, conocer personas que se dedican a actividades similares o que tienen interés por los mismos temas y formar foros o constituir comunidades.
A diferencia de los sitios de noticias y de los periódicos digitales, que suelen estar administrados por profesionales, los blogs son escritos y colocados en la red por cualquier persona. Son con frecuencia una combinación de las ocurrencias de la vida personal, profesional o de negocios de sus autores, que se trasladan a un sitio web para conocimiento y debate públicos.
En la red hay decenas de millones de blogs activos. Se crea más de uno nuevo por segundo. Y algunos de ellos atraen millones de lectores.
Pero, como ocurre con muchos de los prodigios de la revolución digital, los blogs tienen una condición ambivalente: apoyados en el poder mundial de Google, Yahoo y los demás operadores de la red, pueden también servir de plataforma en línea para el lanzamiento de infundios, denuncias, falsedades, calumnias o difamaciones, a escala planetaria, contra personas, entidades o empresas. Y de hecho eso ha ocurrido, especialmente en los campos político y comercial. Escondidos en el anonimato, bloggers inescrupulosos al servicio de oscuros intereses difunden falsas informaciones para perjudicar a personas o instituciones. Son muy amplios el memorial de agravios y la lista de las víctimas. Y muy nutrida la presencia de los bloggers piráticos que usurpan identidades, de los bloggers títeres movidos por hilos invisibles, de los bloggers testaferros que sirven intereses ajenos. Ellos desatan campañas de difamación política o promueven competencias comerciales desleales, de las que no es fácil defenderse porque con frecuencia los agredidos ni siquiera saben quién es el agresor, mientras la difamación recorre el mundo a la velocidad de la luz.
En los litigios entre los bloggers y sus víctimas, las operadoras de internet se niegan a dar información sobre los autores de las páginas virulentas. Argumentan que, al igual que las compañías de teléfonos no tienen responsabilidad alguna por las calumnias y excesos del lenguaje que circulen por sus cables, ellas tampoco son responsables del uso que los bloggers hacen de la red. Lo cual protege a éstos de las demandas judiciales —penales o civiles— por sus afirmaciones calumniosas. Pero adicionalmente, en más de un caso, tribunales de justicia de los Estados Unidos se negaron a obligar a los operadores de internet a que revelaran la identidad de los bloggers.
En el ámbito político, al mundillo de los bloggers —la blogosphere, que dicen los norteamericanos— van a parar las historietas, los cuentos, los rumores o las versiones que, por truculentas o escandalosas, ningún periodista se atrevería a publicar en los medios convencionales de comunicación. Y es que, a diferencia de los periodistas, que están sometidos a los tribunales de justicia para responder por los daños a la honra ajena, los bloggers se favorecen de la escandalosa impunidad que rodea al sistema.