Aunque generalmente se lo usa como sinónimo de >guerra, el vocablo batalla —proveniente del francés bataille y éste del latín vulgar batualia, que significó originalmente lucha individual, pugilato, ejercicio gimnástico o atlético— señala cada una de las acciones bélicas globales que integran la guerra. En ella intervienen todos o los principales elementos de combate con que cuenta un ejército. Dependiendo del escenario en que se desarrolla, se habla de batalla naval, batalla terrestre o batalla aérea.
Corresponde a la >estrategia la planificación y conducción de la guerra mientras que a la >táctica le incumbe disponer los hombres y las cosas para la batalla.
La guerra se descompone en una o más batallas. La serie de combates constituyen la batalla y la suma de acciones bélicas componen el combate.
La primera batalla de que existe relato es la de Timbrea, descrita por Jenofonte y librada en el año 548 a. C., en la que Ciro derrotó a Creso.
Los mayores batalladores de la historia fueron Napoleón con 60 batallas libradas y Julio César con 50.
Las primeras armas que utilizó el hombre para sus batallas fueron las contundentes, las punzantes y las cortantes: el hacha, el martillo, el puñal, la pica, la frámea, la espada, el espadón, el montante, el sable, la partesana, la cimitarra, la maza, la alabarda. Después vinieron las armas a distancia: piedras, lanzas, flechas, hondas, catapultas, venablos, dardos, bodoqueras, cerbatanas, bumeranes, ballestas, que fueron las antecesoras de las armas de fuego. A partir del invento de la pólvora por los chinos en el siglo XIV empezaron a usarse las armas de fuego. La infantería, primero, y la artillería después, se desarrollaron al compás de la evolución de los pedreñales, pedreros, falconetes, pistolas, pistoletes, trabucos, escopetas, arcabuces, mosquetes, carabinas, tercerolas, fusiles, rifles, metralletas, ametralladoras, bombardas, culebrinas, espingardas, cañones, granadas, morteros, bazucas y obuses. Cada vez se construyeron armas de fuego de mayor alcance y precisión y capaces de disparar más proyectiles en menos tiempo. Surgieron luego, como factores decisorios de la guerra, la aviación y los vehículos blindados. Las fuerzas del mar se sofisticaron y alcanzaron un gran poder de fuego. La electrónica, como en su tiempo la pólvora, revolucionó la construcción de armas y el arte de la guerra. Las armas nucleares vinieron después como fruto de la fisión y fusión del átomo. Los misiles teledirigidos, con cabezas múltiples atómicas, amenazaron desde grandes distancias intercontinentales.
Las dos batallas más sangrientas de la >primera guerra mundial fueron la de Somme y la de Verdun. La batalla de Somme arrojó más de un millón de bajas —muertos, heridos, inválidos— de los dos bandos. Las fuerzas anglofrancesas, al romper las líneas alemanas a lo largo de 40 kilómetros en ambas orillas del río Somme, batallaron con las tropas alemanas. Sólo en el primer día de combate —1 de julio de 1916— los británicos sufrieron 57.740 bajas: 19.240 muertos y 38.500 heridos. Las cifras de las derrotadas tropas alemanas no fueron menores.
La batalla de Verdun fue la más larga de la guerra y la segunda más sangrienta. Se inició en la primavera de 1916 y concluyó el 18 de diciembre de ese año con la victoria de las tropas francesas —comandadas primero por el general Henri Philippe Pétain y, después, por el general Robert Nivelle— sobre las alemanas. Más de trescientos mil cadáveres quedaron en los campos de combate.
En la Segunda Guerra Mundial se produjo la batalla de Stalingrado, considerada la más sangrienta de la historia, con cerca de tres millones de bajas militares y civiles de los dos bandos: alemanes y soviéticos. Entre junio de 1942 y febrero de 1943 las tropas alemanas y las soviéticas combatieron épicamente en las calles de la ciudad. Las fuerzas germanas —con su táctica de la blitzkrieg que probó su eficacia en la invasión a Polonia en 1939— trataron de conquistarla y lanzaron a la lucha sus quince mejores divisiones, con 500 tanques, 1.400 piezas de artillería y cerca de mil aviones. Encarnizada fue la brega casa por casa. Los combates callejeros duraron 143 días. Alemanes y soviéticos conquistaron alternadamente la colina Mamaev Kurgan que dominaba la ciudad y que se convirtió, por eso, en un objetivo militar de primer orden. Las banderas de ambos ejércitos ondearon en la cumbre a su turno. En noviembre del 42 una feroz contraofensiva soviética cercó y atrapó, en un movimiento envolvente, al 6º ejército alemán comandado por el general Friedrich von Paulus, que venía de combatir triunfante en Europa y del que Hitler dijo que era una de sus fuerzas invencibles. Stalin mandó: ni un paso atrás. Y el líder nazi ordenó mantener la resistencia. El pueblo de Stalingrado se defendía bravamente. En las paredes de la ciudad se leía: resistir a muerte. Numerosos oficiales alemanes cayeron por la acción de los francotiradores. De los 284 mil soldados cercados por el ejército rojo, 146 mil murieron en los dos primeros meses de lucha y fueron evacuados alrededor de 34 mil heridos. Las tropas alemanas carecían de alimentos, agua y pertrechos puesto que el asedio soviético impedía el abastecimiento. El hambre, el frío y las epidemias diezmaban a las fuerzas nazis. Sus heridos y enfermos se parapetaban detrás de un muro de dos metros de alto de cadáveres. Stalingrado era un infierno. Y todos los intentos de rescatar al 6º Ejército alemán fracasaron. La 94º división germana comandada por el general Walther von Seydlitz-Kurzbach, en una retirada que contrariaba la orden de Hitler de no abandonar la ciudad, dejó su posición y trató de romper el cerco para salir de Stalingrado pero fue aniquilada por el 62º Ejército soviético, que no quiso tomar prisioneros. El 24 de enero de 1943 von Paulus, en un mensaje enviado a Berlín, aseveró: “las escenas de la catástrofe son indescriptibles”. Hitler, en ese momento, ascendió a von Paulus a mariscal de campo con la orden de que se suicidara, ya que —según el führer— ningún mariscal hitleriano podía entregarse vivo al enemigo. Pero al día siguiente —el 31 de enero—, tras meses de infernales combates, el mariscal von Paulus firmó la rendición. Cerca de cien mil soldados alemanes cayeron prisioneros y la mayor parte de ellos murió en el cautiverio bajo el acoso del hambre, el frío polar de la estepa rusa y las enfermedades. Y Hitler experimentó su primera gran derrota en la gran guerra.
Con tales antecedentes, por extensión se llama también "batalla" a un enfrentamiento político o diplomático de importancia en torno a una tesis o a un tema determinados. En la política hay también "guerras", "batallas", "combates" y "escaramuzas" que libran los partidos en los frentes electorales, parlamentarios y de la opinión pública.