Viene del vocablo latino alterus que significa otro y designa una actitud de apertura y solidaridad del hombre para con los demás. Es la anteposición de los intereses sociales a los propios. Su antónimo es el >egoísmo.
Herbert Spencer distingue sentimientos egoístas, egoaltruistas y altruistas en el ser humano. Es muy interesante este criterio. Los sentimientos egoístas y altruistas no necesitan explicación. Pero el “egoaltruismo” sí: es la mezcla de los dos sentimientos primarios: egoísmo y altruismo, y se produce cuando una persona, al servir a las demás e incluso al sacrificarse por ellas, experimenta un placer egoísta, de modo que la conducta altruista es en ella la realización de su egoísmo.
François La Rochefoucauld desarrolló la teoría del amour prope, como móvil principal de las acciones humanas. Según su criterio, las virtudes no son más que variantes del amor propio. La generosidad es la vanidad de dar, la amistad responde al interés de las personas, la misericordia es una previsión contra los males que nos pueden venir. Y, por este orden, todo gira en torno al egoísmo humano.”Touttes nos affections —afirma— et nos vertus vont se perdre dans l´intérèt comme les fleuves dans la mer”.
El ser humano normalmente viene al mundo rodeado de un espectro de intereses. Se los puede representar gráficamente por una serie de círculos concéntricos. Primero es él mismo y sus conveniencias, luego viene su familia y los suyos, después están los miembros de sus grupos de interés y sólo al final está la sociedad como objeto de sus preocupaciones. Esta es la prioridad que podríamos llamar “normal” en los intereses del individuo. Cuando esta ordenación se invierte, ocasional o permanentemente, de modo que se antepone el interés general al individual, se habla de conductas altruistas o de actitud altruista del hombre ante la vida.