En Alemania se empezó a usar la palabra activismus al final de la Primera Guerra Mundial para referirse al compromiso militante asumido por algunos intelectuales con la transformación política. Desde entonces, a partir de la intensidad de ese compromiso, se distinguió a los activistas de los demás intelectuales que asumían una posición más bien pasiva frente al proceso. Por supuesto que no se entendía el activismo al estilo de Georges Sorel, esto es, como un compromiso con la violencia para transformar la sociedad, ni los activistas eran necesariamente extremistas o contrarios a las formas constitucionales del cambio político.
El término después tomó otra dirección. Se utilizó para designar a los militantes de un partido político en función del grado e intensidad de su participación en las actividades partidistas. Los integrantes de un partido fueron clasificados en militantes, miembros y simpatizantes. Estas categorías implican diverso grado de vinculación entre los individuos y el partido.
Son simpatizantes quienes, no siendo afiliados, manifiestan permanentemente su acuerdo con el partido y con su línea política, votan por sus candidatos, leen su prensa y asisten a sus manifestaciones públicas. Ser simpatizante es algo más que ser elector: es reconocer una inclinación política hacia el partido, defenderlo de sus detractores y, en ocasiones, contribuir económicamente a su caja.
Es miembro del partido quien se ha adherido formalmente a él y consta en sus registros, es decir, quien está vinculado por afiliación. Mantiene un formal compromiso de fidelidad con él y, por tanto, está sometido por lazos disciplinarios.
El activista —llamado también militante— es el que trabaja intensa y permanentemente en favor del partido. Sobre él recae el peso de la actividad partidista. Asiste regularmente a sus reuniones, ejecuta las >consignas impartidas por los dirigentes, difunde su propaganda, busca adeptos, trabaja en las campañas electorales. Es una persona permanentemente dispuesta a entregar su esfuerzo al partido. Por consiguiente, el activismo o la militancia suponen un mayor grado de participación del ciudadano en las tareas partidistas.
Por extensión, activista es también el miembro de cualquier otra clase de organización que trabaja para ella de una manera regular e intensa.