En el intento del Japón en 1941 —ideológicamente alineado con el fascismo en ese momento, junto con la Alemania hitleriana y la Italia de Mussolini— para destruir las unidades navales norteamericanas acoderadas en el lejano puerto de Pearl Harbor —que allí estaban con el propósito de impedir la conquista japonesa de las Indias Orientales Neerlandesas y Malasia—, las fuerzas miitares niponas bombardearon en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941 la lejana base naval norteamericana de Pearl Harbor en su afán de destruir la “Flota del Pacífico” estadounidense, anclada allí y compuesta por las divisiones de acorazados: “USS Pennsylvania”, “USS Arizona”, “USS Nevada”, “USS Tennesee”, “USS California”, “USS Oklahoma”, “USS Colorado”, “USS Maryland” y “USS West Virginia”.
Ese bombardeoentrañó dos grandes riesgos para los nipones: 1) los buques norteamericanos estaban fondeados en aguas poco profundas, que en caso de emergencia permitirían reflotarlos con facilidad y salvar a sus tripulantes; y 2) la presencia en Pearl Harbor de tres portaaviones de la poderosa Flota del Pacífico —”United States Pacific Fleet”, creada en 1907—, que comandaba las operaciones navales norteamericanas en ese océano.
Así se inició la Segunda Guerra Mundial en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941, cuando las tropas japonesas —ubicadas ideológicamente en el fascismo, junto con la Alemania hitleriana y la Italia de Mussolini— bombardearon la base naval norteamericana de Pearl Harbor.
El ataque —denominado “Operación Hawái” por el Cuartel General Imperial Japonés— persiguió varios objetivos de importancia. En primer lugar, ganar tiempo para que Japón pudiese consolidar su posición e incrementar su fuerza naval antes de que los estadounidenses aumentaran el número de buques acoderados en ese puerto. Y, luego, convencer al pueblo norteamericano —opuesto a que su gobierno se sentase en la mesa de las negociaciones para evitar una larga guerra en el Océano Pacífico occidental y en el lejano sureste asiático— que aceptara la decisión gubernativa.
Y es que, para maximizar este efecto moral, los japoneses eligieron los acorazados —que entonces eran el orgullo de la Armada norteamericana— como objetivos prioritarios en el curso de su conquista del sureste asiático.
Fue así como se inició la Segunda Guerra Mundial en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941, cuando las tropas japonesas —alineadas ideológicamente en el fascismo, junto con la Alemania hitleriana y la Italia de Mussolini— bombardearon la base naval norteamericana de Pearl Harbor.